domingo, 27 de enero de 2008

Capítulo 1 - Una misiva promisoria

Hoy hace catorce años que se fue. En su memoria vaya esta primera entrada, de una nueva serie con una historia maravillosa...
El 8°G, al fondo del pasillo a la derecha, exactamente después del escalón, en breve se convertiría en mi nuevo hogar.
Diciembre del ´86 era el mes del aprestamiento, de las pintadas, del carpintero, del plomero, de las mudanzas, del dejar todo listo para la nueva etapa que comenzaría el 10 de enero.
Al tomar posesión real de nuestro nuevo domicilio ocurrió lo que marcaría profundamente aquellos años maravillosos de mi vida.
En nuestra presentación no hubo rostros, sólo un escueto papelito debajo de la puerta.
“Soy Bonel, su vecino del 8° F. Pongo a su disposición mi teléfono para lo que necesiten. El número es 21 82 77”
Hoy, en la era de las comunicaciones y de la telefonía celular, esa misiva suena casi cómica.
Hoy ofrecer un teléfono, cuando casi la totalidad de los humanos maneja uno propio, suena descolgado. Pero en aquel momento, la Compañía Entrerriana de Teléfonos ejercía su monopolio y conseguir una línea era una verdadera utopía, y en el caso de existir alguna línea disponible, seguramente porque su dueño abandonaba este mundo, la adquisición de ella estaba vedada al pueblo, era cosa de reyes o de magnates con gran poder adquisitivo.
Encontré esta misiva una tarde al regresar al hogar.
Provenía del 8° F al fondo, también sobre aquel desnivel, sólo una puerta, al lado de la nuestra con un inquilino hasta el momento no develado.
De apellido Bonel, Bonel pero con una sola ele. Qué jugada del destino, Bonel casi igual al apellido de mi abuela materna, ya que éste se reforzaba con otra ele final, Bonell.
La oferta sonaba tentadora. Disponer de un teléfono para no perder el contacto con mis amiguitas, lucía del primer mundo. Poder comunicarme con mi mamá en cualquier momento, me llenaba de alegría ya que nuestros domicilios quedaban “lejos”, en la escala paranaense, mis dudas culinarias surgían por doquier, y si bien todo era lindo la presencia materna en mi nueva vida se extrañaba.
El teléfono acercaría, por lo que de manera inconsulta y casi inmediata decidí repartir ese número en mi entorno social, aún antes de conocer al generoso propietario.
Myrtita

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me quedé con ganas de leer MAS sobre el lelo mamá.......... ponete las pilas que hay millones de anécdotas para contar sobre el!
Y todavía no llores que queda una semanita! :)
teamo.
piLi

Anónimo dijo...

Al igual que la piluqui quier MAS!!Al comenzar a leer tu breve introducción del lelo se vinieron a mi mente personas que ya no están conmigo y me marcaron mucho por ejemplo mi papá y mis abuelos.No pude evitar que me afloraran algunas lagrimitas.Si sé que el lelo fue una persona muy GRANDE y afortunada al haberle puesto Dios a vos en su camino tuvo una familia completa por fin con hija y nietos y disfrutó de uds hasta el final ; y vos también fuiste suertuda tuviste y tuvieron un abuelo más y un complice y compinche de la vida.Así que vamos por el 1º capítulo.espero ansiosa
Ale de San Agustín