sábado, 18 de abril de 2009

Tiempo

Levanté la vista para enjuagar mi boca llena de pasta y me encontré con el espejo. No vi mi rostro, la palabra TIEMPO se filtró en esa imagen.
Me detuve atónita. Frené.
Tiempo, que bien tan preciado y escaso. ¡Qué valioso! ¡Que intenso y qué fugaz!
Volví a mis días de sol, de tiempos largos. ¿Vacíos? Creo que no. Ricos en reflexiones, en ideas. Vacíos quizás desde el hacer ya. Colmados de sueños y proyectos.
Tiempos de verano.
El agua corre, pero mi mente quedó en el espejo. En el no tiempo de hoy, que se apura a partir de las decisiones del hacer. Tiempos de hacer. De querer hacer aún cuando no hay tiempos.
Tiempo de mientras hago esto, veo lo otro, y pienso en lo demás para cuando haya tiempo.
Tiempo que surge de huecos, huecos que a la distancia no se ven.
Desafío al tiempo. Siempre un poco más.
Tiempo de YA, porque total YA pasa.
Y corro, mi mente corre tras de ese tiempo, que aparece como una tormenta.
Asusta, pero se afronta. Las tormentas pasan. El sol sale.
El desafío se vuelve hecho.
El agua sigue corriendo. Mi boca continúa llena de espuma.
El espejo devuelve mi rostro. Sonrío.
Fue lindo parar.
Mi cepillo de dientes me habló. Le fui infiel a mi escoba.
Tiempo, valioso y escaso. Bien que quiero atesorar.
Continúo. Ya no queda tiempo.

Myrtita

lunes, 13 de abril de 2009

Demos vuelta la hoja

No es mío. Me llegó por mail y la firma decía Gabriel García Marquez indicando su autoría.
No lo verifiqué. Me gustó y por eso está acá.

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba sus días en su laboratorio en busca de respuesta para sus dudas.
Cierto día, su hijo de seis años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar, el científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo.
De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba.
Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo:"como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin la ayuda de nadie.".
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así.
Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamada calmadamente.
"Papá, Papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".
Al principio el Padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que a su edad, haya conseguido componer un mapa que jamás había visto antes.
Desconfiado, el científico levanto la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.
Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares.
¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?
"Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?"
"Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, ví que del otro lado estaba la figura del hombre.
Así, que di vuelta a los recortes, y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era".
"Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo"

Myrtita