sábado, 6 de febrero de 2010

Palabras apretadas

¡Feliz cumpleaños! Solo esas dos palabras se leían en la tarjeta de aquel paquete ajustado.

Su forma no daba margen al despliegue de mi imaginación aquella tarde de un siete de junio.

Sin lugar a dudas se trataba de un libro. Un regalo de un adulto para una niña a la que el calendario le indicaba que la adolescencia estaba en la puerta, aunque ella no lo percibía, fascinada aún por su mundo de muñecas.

Rompí el papel del paquete y mi espíritu festivo desapareció por unos instantes. La desilusión quedó manifiesta en mi cara, sin poder ocultarla.

- ¡Ya vas a ver lo hermoso que es!

El muchas gracias se imponía desde las normas de las buenas costumbres, inculcadas por mis padres en base a la repetición de hechos similares.

- ¡Muchas gracias!

Tapas amarillas, con una imagen antigua…

Al abrirlo, hojas gruesas con palabras apretadas que me recordaron a la guía telefónica que reposaba al lado del teléfono negro.

Sin colores, sin las fotos o los dibujos que abundaban en los libros de mi pequeña biblioteca.

¡Que mal regalo! ¡Qué aburrido! Nada que me entusiasmara.

Así fue que descansó el ejemplar en el estante más alto del anaquel hasta que llegó el tiempo de las vacaciones y el ocio empezó a buscar ocupaciones inducidas por ese don de madres afianzado en su convicción de que la vida no es un sueño permanente y que las vacaciones no pueden pasarse bajo las sábanas.

Repasando la repisa, en una mañana gris, cayó el regalo en mis manos. Volví a mirarlo con más detenimiento, mientras con la gamuza le quitaba el polvo acumulado en su abandono.

“Mujercitas” de Louise M. Alcott se leía en la tapa con letras grandes, sobre una imagen con personajes luciendo trajes antiguos. En la contratapa decía Colección Robin Hood, y mostraba una lista larga de otros títulos y autores en letra minúscula.

Decidí darle una ojeadita para encontrar ilustraciones, que lo hicieran más divertido. Un dibujo con trazos simples en color rojo cada tanto y nada más.

¿Qué esconderían de bueno aquellas páginas rugosas de palabras apretadas?

Mi resistencia a su lectura finalmente cedió.

Una línea al menos para saber de que se trataba, total, el tiempo sobraba aquella mañana de vacaciones.

Una línea más para entender mejor la escena.

Una página más para descubrir un nuevo personaje.

Un poquito más y en dos páginas se llegaba al final del capítulo.

Sin imágenes, con palabras apretadas, los protagonistas iban tomando forma. Caras, voces, espacios, paisajes, situaciones comenzaban a desfilar en mi mente producto de una imaginación sin límites que disparaban esas palabras apretadas.

Sentí por primera vez que ya no precisaba las fotos. Si de esas palabras apretadas salían a borbotones hacia mi interior sin necesidad de que estuvieran frente a mí.

La lectura me ensimismaba. Me llevaba a mirar para adentro.

Un ratito más y alcanzaba otro capitulo.

- ¡A comer!!!

- Ya, en seguida…

No había excusas para demorar el almuerzo, pero la historia era atrapante.

Aquel almuerzo se convirtió en un rápido trámite. Engullí la comida, y en un santiamén estaba nuevamente apresada en ese regalo tan ­­poco deseado.

­Así comenzó la transición. De mis cuentos con dibujos hacia el mundo de las palabras apretadas detonadoras de las más fabulosas historias, estimulantes de la imaginación y los sueños.

Así nació el placer por los sueños con ojos abiertos que desde aquellas Mujercitas me transportan, me mueven, me emocionan y me involucran, y que aún sin moverme me abstraen de la realidad que sigue pasando a mi lado sin que me percate de ella.

Así nació una pasión. El gusto por las palabras apretadas, una verdadera puerta hacia la libertad.

Myrtita

lunes, 1 de febrero de 2010

Una buena excusa

Vuelvo al ruedo sin palabras.
Se niegan a salir.
Prefiero pensar que es mi escoba la que no me habla, y no que soy yo la que no puede oírlas.
No intento forzarlas.
Quiero que fluyan, pero no les doy cabida, ni tiempos.
Que contrasentido.
Cierro la máquina. Priorizo otras cosas.
Pero hoy vuelvo al ruedo. Sin palabras.
Con imágenes como escudo que me dejan acercar a lo que tanto quise, y quiero. Mis QQQ.
De la mano de mis amigos. Quiero volver...
Lo intento por y para ustedes...
Desde aquí comparto lo que resultó de aquella tortura bajo mi pequeña cámara.
Testimonios de una hermosa tarde y mejor velada.


Los quiero mucho!
Myrtita