El 2012 da sus últimos coletazos. La Noche Buena pasó. La celebración
se prolongó y se cobra en con la modorra en la mañana navideña.
Poco por hacer, o quizás mucho, y lo que siento como poco son las
ganas.
La computadora es el mejor espacio para la nada, comparable con la
escuela de los filósofos, que hacían de ese lugar su espacio para el ocio
creativo.
La enciendo como rutina. Sólo para revisar correo, ver saludos y
augurios. Se repiten y en ellos todos buscan la paz y prosperidad. Comparto a
través de Facebook los festejos navideños de los tempraneros, de un círculo
ampliado de amigos de mis amigos.
Salgo de la virtualidad y me concentro en mi disco rígido.
Sin consultar mis dedos dan un clic en la configuración de pantalla,
para cambiar la imagen que adorna el escritorio de mi PC. Todas mis fotos se
acumulan ahí, ordenadas cronológicamente. Mi vida 2012 se despliega ante mis
ojos. Mi cabeza se dispara.
Así empecé a desandar el año, el 2012. Indiscutiblemente fue un año de
cambios, de dolores grandes pero también de alegrías que surgieron como la
esperanza para enfrentar un nuevo camino.
Desde el dolor profundo asumí el rol de cabeza de familia. Acéfala pero
cabeza al fin. Entendí que a partir del 2012 soy el escalón más alto, el
referente para el consejo, para la búsqueda de la decisión más prudente, aunque
esta en algunos casos no aparezca todavía.
Desde el dolor mi vida se atomizó, pero miro atrás y me doy cuenta de
que comienza a rearmarse. Mirar atrás me deja ver y valorar los puntales que me
ayudaron a construir nuevos cimientos. Mis amigos de siempre, mis amigos
nuevos, los que comparten el día a día, los que me dieron fuerza cuando creí
que ya no podría tenerlas, los que me mimaron con su amor incondicional para
resguardarme y minimizar mi sufrimiento, los que me hacían mirar hacia adelante
mostrándome que todo era posible.
Es bueno hacer un alto. Fue bueno entrar a mi espacio de la nada.
Fue bueno repasar el dolor para ver que, a pesar de él, los proyectos
no decayeron y que la seguimos remando. My Tapera casi es un hecho. Desde mis
fotos la veo crecer desde el primer mazazo al color radiante que hoy luce, aunque
se resiste a su colonización plena. Evidentemente ya será modelo 2013, lo que
no es tan malo tampoco el empezar el año con rancho nuevo.
Siguiendo mi repaso de imágenes aparece la alegría, la realización personal de mis dos
licenciados.
Dos títulos que llegaron en momentos diferentes de la vida, pero que me
reconfortaron de la misma manera entendiendo que una etapa importante se
cerraba para comenzar otra llena de ilusiones y posibilidades.
Un nuevo clic y ahí está mi tarjeta que deseaba buenos augurios para el
2012. Tenía huevos, y pedía que no los rompieran en el año. Mi augurio y pedido
quedó en eso. Sólo augurios y deseos, porque me parece leer que no quedó ni un
huevo sano en este 2012. Fue un año de cambios.
En el repaso entiendo que debo y quiero elegir una nueva imagen para el
2013.
Mis dedos van y vienen por las carpetas y de repente aparece la imagen.
Ropa sucia, cortada, tirada al costado sobre el verde césped. Un mamarracho a simple
vista, pero me seduce.
Esa es la imagen que quiero para el 2013. Despojos que quedan ahí, como
la muda de la mariposa, antes de lucir plenamente su belleza y volar.
Quiero esa muda para resurgir. Para recuperar la alegría, la esperanza
y empezar una nueva etapa.
Bienvenido 2013.