Esas palabras retumban en mi cabeza… una semanita… una semanita….
¿Qué es una semanita? Tiempo…. Corto…Largo…. Corto para mucho…Largo para poco… Nulo para mi estado de ánimo.
Si hablo de nido, suena más romántico, si hablo de jaula, más figurativo. Lo cierto es que en una semana, mi nido, o mi jaula se abrirá. Mi primer pichón saldrá al mundo.
Lo pienso, lo re pienso, no lo dejo de pensar…
Lo entiendo. Sí que lo entiendo. Sería tonta sino lo entendiera. Es la vida. Es su oportunidad. Y a ella me enfrento.
Está delante de mí y avanza. Ya falta poco para que este desafío se ponga a mi lado y comience a caminarlo.
Dudas. Me asaltan dudas. Será una nueva prueba. Mi bebé se va. Se va a comenzar. Se va a transitar su proyecto. Su elección. Se va sola.
Trato de extender mis alas, pero no alcanzan.
Llegan hasta definir su nuevo hogar.
Llegan a las puertas de esa nueva casa de estudios, que despliega su excelencia ante nuestra asombrada mirada.
Llego a recorrer con ella las aulas. Llego a su nueva habitación. Veo su nombre en un papelito sobre su nueva cama. Pilar. La reserva está hecha. 

Miro con ilusión y hasta con cariño esas dos computadoras disponibles 24 hs. imaginando que me acercarán a ella. Todo limpito. Todo prolijo. Así me gusta, y en el fondo creo que así le gusta.
Porque es mi nena. La crié. La malcrié. Le transmití cosas. ¿Buenas?… ¿No tan buenas? Quizás… Pretendí darle cosas… Cosas de adentro… Valores que ya, en una semana deberán salir.
¿Estarán a punto para desplegar el desafío? Su nueva carrera, que ya no será en el agua, será en tierra, para volar!!
Las ideas brotan. Las lágrimas también, a pesar de la advertencia ”¡Mamá, todavía no llores que queda una semanita!”.
Lo entiendo, pero ¿cómo se hace? ¡Yo no sé! ¡Nadie me enseñó a despedir a mi hija!
“Irse les hace bien”… Yo no sé, yo nunca me fui, y creo que no me hizo mal….
Pero lo entiendo… Su carrera está allá, su horizonte también. Lo entiendo.
Pero las dudas…. Las dudas… Se va sola ¿Qué va a comer?….Hagamos un menú semanal…. Hagamos milanesas… hagamos comida…. Hagamos… Cómo si el hacer comida prolongara mis alas…
De repente…No hagamos milanesas… ¡Hacélas!... Yo te miro, te ayudo…. Aprendé….
Un curso acelerado de una semanita… que es poco… que es mucho….
Un costurero… ¿Para qué? Si nunca te enseñé a coser…. Ni siquiera botones….
La plancha… si siempre te planché, más allá de esa tarde en que tus ropas me desbordaron la paciencia y me declaré en rebeldía tras un fuerte grito “Pilar a planchar!”.
Y cuantas cosas pendientes veo… y se nos fue el tiempo… y comienza el tiempo.
No quiero ver negro. Aclaro mi mente…
Se fue el tiempo de "mañana lo hacemos"… viene el tiempo de aprovechar cada ocasión, porque a partir de ahora nuestros tiempos serán ocasiones.
Ocasiones para la charla, ocasiones para las dudas, ocasiones para las salidas cómplices, ocasiones para las huídas a Córdoba… Ocasiones para aprovechar juntas.
Se viene TU tiempo de ocasiones…. Ocasiones para aprovechar lo que se te ofrece. Ocasiones para hacer tuyo el camino. Ocasiones para vivir esa libertad anhelada. Ocasiones para brillar.
Desde acá me volveré espectadora… ¿silenciosa? No lo creo, me cuesta demasiado…. Espectadora ¿ansiosa? Más que probable… siempre lo fui…
Desde acá seré tu respaldo, seré tu regazo, y trataré de prolongar mis alas, no para encerrarte, sí para ese empujoncito si flaquean las fuerzas.
Prolongaré mis alas para llegar con ellas en una tibia caricia cuando nos sientas lejos.
Porque estaremos lejos, lejos… aunque te prometo que no existirá el lejos que nos aleje.
Suerte mi nena… ¡A volar!
Myrtita