domingo, 30 de diciembre de 2007

Tiempo de fiestas

Repaso diciembre, me dejo fluir. El calor me agobia. Todavía no termina, falta el 31….
Desde noviembre, lo veía lejano, quería planificarlo, ordenarlo…. hoy me doy cuenta de que voló.

Empezamos a vivir la Navidad ni bien se retiran las brujas del Halloween. ¿A fines de octubre, a principios de noviembre? Walmart ya la anticipa.

Promediamos noviembre y toda la ciudad se viste de navidades. Se desafía la creatividad en los adornos, en los árboles, en las propagandas, en las ofertas, en las tarjetas…

Llega el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción de María. ¿Y eso?... En realidad llega el 8 de diciembre y llega el tiempo del arbolito. Hay que armar el arbolito…

¿Pero que tiempo, si no hay tiempo?

Porque armar el arbolito demanda tiempo. Sacarlo de lo alto del ropero, del fondo de la baulera, cargarlo mientras las ramas se despluman ensuciando el piso. Definir su ubicación, mudar muebles para hacerle lugar, decidir el color, comprobar las luces atendiendo a que probablemente un foquito se quemó el año pasado y la guirnalda de las luces con sonido se la comieron los perros….

¿Armar el arbolito? ¿Tanto lío por pocos días?

Todo parece inconveniente… ¿Es así o es el espíritu navideño el que ha decaído y todo pierde sentido?

Pero ¡Basta! Se hace el tiempo. El árbol se arma y listo.

En el comedor, al lado de la mesa que compartimos todos los días. Así, de entre casa, para recordar que este mes es un mes de fiestas. Para recordar que aunque la realidad pegue, la esperanza se renueva…. La esperanza debe renovarse, debe renovarse desde adentro para que el árbol sin luces, brille, y pueda contagiar a todos los que lo miran. Así fue, sin mucho poder de convocatoria, el 8 de diciembre, hice el tiempo y se lo dediqué a mi árbol. Apuntalé su fuste con un hierro grueso, lo recubrí con cintas para disimular su avería, lo llené de flores, y sólo una guirnalda le confería un toque especial. Minimalista… pero de pie, a oscuras.

Las góndolas del super ya lucen desbastadas…sin luces…se preparaban para el verano, las vacaciones.

En medio de comprometidas agendas y despedidas llega el tiempo de los regalos…

¿Qué tiempo si no hay tiempo?

Pero se hace el tiempo, y se arremete en ese conglomerado humano que se desespera por gastar, y rápido, hasta el último céntimo de un aguinaldo en “regalos”… la esencia de la nochebuena…¿¿No ??

El 24 se viene encima… y llega el tiempo de la comida….

¿Qué tiempo, si no hay tiempo?

Pero se hace el tiempo, y se define el menú….

Un menú como para la última cena… pero ¿Ultima cena? Me suena a Pascua, y lo que vivimos, ¿no es Navidad?

Y llega la nochebuena… La reunión, la cena… Las doce… el brindis… y recién ahí caen las fichas….

Aparecen los que ya no están, aparece los que están, pero no están bien….

Aparecen los pedidos… Aparece la esencia … Aparece DIOS…

Aparece mi egoísmo… mi espíritu cristiano hasta este momento olvidado…

Aparece el tiempo…

¿Qué tiempo si no hay tiempo?

Aparece el tiempo de Dios, de la reflexión, del pensar, del renacer, el tiempo de hacer votos para el cambio… un cambio que hoy fervorosamente deseo, un cambio que probablemente desde mi condición de humana no haga…. cuando al despedirse las brujas del 2008 reaparezca este vértigo del consumismo con el que el mundo nos ha atrapado y del que no sabemos salir…

Myrtita

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