viernes, 24 de diciembre de 2010
Nuevos viejos deseos!!!!
sábado, 11 de diciembre de 2010
Chau Quinto 2010 (IMB Michalangelo)
Esta historia comenzó con una gentil invitación:
- Te toca despedir al quinto.
- Bueno. Los despido - respondí sin demasiado convencimiento.
La arenga siguió:
- ¡Pero sí!, si para vos es fácil esto de escribir. Si te sale.
- Si, me sale. Bueno. Si escribo.
- Tenés mucho para decirles. Compartiste mucho con ellos.
- Y si tengo. Y si compartí mucho. Hasta mi cocina compartí.
Quería y no quería, pero en el fondo sabía que esta designación iba a llegar. Después de todo desde hace dos años me he convertido en la llorona de las colaciones. Pero este año, para la llorona, el quinto tiene connotaciones especiales. Connotaciones subjetivas que la llevarían a perder plenamente su objetividad.
Con todo este preámbulo encendí mi computadora. Abrí mi aliado Word y la página en blanco apareció esperando que le dictara. En un primer intento no pude. No salió nada. Sin entender porqué lo dejé en suspenso. ¿Por qué no salía nada, si tantas veces había pensado todas las cosas que tenía para decirles y que quería decirles? Y al momento de plasmarlas, la nada.
Busque razones y sólo encontré algunas, o mejor dicho encontré una, sólo una y muy fuerte. No podía porque me defendía. Sueno ridícula, y se van a reír una vez más de mis delirios. Pero sí, me defendía de mis sentimientos encontrados. Porque en estas palabras celebraría la concreción de una meta, pero a su vez en estas palabras cerraría una etapa. Un quinto más, pero un quinto vivido en el aula, un quinto vivido como madre y un quinto vivido como parte, desde adentro.
Aunque sabemos que todo tiene su fin, cuando el fin es de cosas lindas duele. Y del dolor uno se defiende.
Revertí mi pensamiento porque el dolor no me iba a llevar a buen puerto y me concentré nuevamente frente a mi laptop. Y nada.
La furia y la impotencia se iban haciendo parte de mi, mientras el calendario desparramaba hojitas al pasar los días y acercarse este momento.
Empecé a hacerme planteos racionales del tipo de: Si hacer un mensaje de despedida es fácil. Hay que apelar al futuro, a las bondades de los años vividos, decirles que siempre vamos a estar y listo. El mensaje sale fácil.
Ante la huelga de ideas también apelé a la posibilidad de ser parte de esta sociedad de las comunicaciones y la información y pedirle a Google que dispare las palabras de despedida por mí. Si Google lo sabe todo y a nadie se le resiste.
Pero de repente me cayeron las fichas y me sentí ridícula. ¿Qué puede saber Google de este quinto 2010? NADA, mientras yo sí sabía mucho.
La despedida seguía sin salir, cuando una palabra golpeó mi mente: FACEBOOK. Mi resistido y rechazado FACEBOOK. Bien dicen que del amor al odio hay un solo paso, y que en los extremos esos sentimientos se encuentran. Sentí en ese momento que mi resistido y rechazado FACEBOOK podía convertirse en mi aliado y tener en él una respuesta para mi frustrada inspiración. Después de todo FACEBOOK nació y creció con estos chicos cuando reemplazó sus viejos fotologs.
Parafraseando el “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” me vi en el aula renegando de ese sitio, empezando la clase con una constante CIERREN FACEBOOK y prendan las máquinas!!!. ¿Cómo que ese no es el orden?? Si es el orden ilógico. FACEBOOK estaba con ellos aún antes de encender las máquinas. Así fue que en la soledad, sin que me vieran, me encontré hurgando en FACEBOOK por pistas para iluminar mi mente.
En esa incongruencia al acceder FACEBOOK y me sepultaron las imágenes. Me sumergí en ese mundo de la virtualidad y saqué un pasaje en el buscado túnel del tiempo para pensarlos y llenar mi despedida.
Horas y horas pase mirándolos, leyendo sus comentarios, seleccionando fotos intentando tomar distancia para hacer una lectura objetiva de lo que habían sido estos años y de repente la temida subjetividad y los sentimientos me desbordaron al permitirme repasar vivencias de las que también había sido parte.
Mi lectura objetiva dice los vi crecer como grupo. Del curso chiquito que fue en sus comienzos. Del curso con pocas nenas. Del curso que no brillaba Del curso que aparecía apático ante las propuestas de las maestras a un quinto involucrado, comprometido y crítico que puedo definirlo con dos palabras. Son el más claro ejemplo de DIVERSIDAD COMPLEMENTARIA. Diferencias que siempre potenciaron para lograr grandes realizaciones.
Pero vuelvo a mi viaje por FACEBOOK y las fotos no me devolvían ciencias ni saberes. Me devolvían caras sonrientes, bromas momentos felices, hasta me parecía escuchar sus carcajadas.
Las reflexiones inevitables empezaron a golpear las teclas formando una larga lista de items:
- ¿Qué hubiera sido del quinto en una planta baja, lejos de aquel último piso que bien podría bautizarse Paraíso?
- ¿Qué hubiera sido del quinto sin las colchonetas verdes que parecen la prolongación de sus camas.
- ¿Será que estos chicos alguna vez pasaron por un aula en busca de su excelencia académica?
Seguí buscando pistas de excelencia académica, porque sé que es la razón fundacional de la escuela y por suerte encontré una. Una foto que reflejaba un papel. La miré en detalle, sin fecha decía Nico Deu con trazos casi jeroglíficos y al costadito en color un cinco dibujado y un paréntesis que aclaraba la nota en letras para que no quedaran dudas.
Me puse en el rol de madre pero no pude más que reírme. ¡Qué descontrol! ¿No? Cuantos retos, cuantos ¿No tenés nada que estudiar?, cuántos ¿Cómo te fue en el examen? Cuantas ¿qué novedades hubo? ¿Te fue lindo?
Seguí buscando y encontré más papeles, fotos de papeles, pero en ellas la excelencia desaparecía nuevamente. Eran testimonios de amistad de deseos y de sueños. Un “Morsi te quiero”, un “…CHAU Hasta quinto!!!”
Y encontré más. Encontré fotos locas. Que me volvían a hacer pensar ¿En qué momento las sacaron si a la escuela vienen a estudiar?
Momentos. Siempre había momentos. Momentos y tiempos.
Me parece escuchar una clásica frase de fin de trimestre. - ¡En las próximas dos semanas me voy a morir! Era el mejor indicio de que a veces había que poner la pausa y estudiar. Si eso era a lo que venían a la escuela. A cargar de ciencias sus mentes. ¿O no?
Pero las imágenes me dicen que hubo más que ciencia para cargar. Hubo momentos de frescura, de espontaneidad, de amigos.
Me desordeno en el relato. Voy y vengo. Y llego al quinto. Al deseado y temido quinto según el lado del mostrador del que se mire.
Fueron cinco años para llegar al Quinto. Un quinto de agenda llena. Bariloche, Bariloche, Bariloche y Bariloche. Después Semana adolescente. Después Giocchis. Mientras Revista. Después Recepcion y en el tiempito que quedaba clases.
Un Quinto que comenzó con la firma de un contrato como razón última de su permanencia escolar. Bariloche. La madre y la profe se aunaron en un Ni loca ni chupada los puedo acompañar. No sirvo para esos viajes. Pero a la profe y a la madre en su ni loca ni chupada la embarcaron, y hoy me permito agradecerles el haber sido parte de esos momentos inolvidables que de alguna manera y sin saberlo, me volvieron a mi Bariloche del 78.
Y volviendo a FACEBOOK repaso. Y veo. Momentos.
Y todo fue pero no todo se fue.
La escuela secundaria fue eso. Momentos que atesoraron y hoy se llevan.
Momentos de ciencias.
Momentos de risas para contagiarse de ellas al evocarlas cuando los libros y el estudio los apremien en la facu y sientan que necesitan una recarga de pilas.
Momentos de amigos a los que van a apelar para compartir triunfos o para apoyarse en las dudas.
La escuela fue Momentos que se dieron para crecer. Para afirmarse y empezar a andar nuevos caminos.
Hoy me licencio para poder decirles que a partir de este momento les pido ABRAN FACEBOOK. Entren seguido. Sigan ONLINE y no se DESCONECTEN porque acá, como se dice en todas las despedidas, estaremos por si nos necesitan. Hasta siempre.
Myrtita
martes, 16 de noviembre de 2010
El ultimo cajón
viernes, 29 de octubre de 2010
Todo lo que usted quiso saber de Capital y nunca se atrevió a preguntar
Después de varios intentos fallidos, aquel trío constituido hace un par de años, logró alinearse y partir nuevamente rumbo a la capital para llenar sus sentidos de arte y diseño.
El objetivo del viaje, quedó claro antes de la partida. Las compras serían un complemento, el protagonismo lo tendría la mentada Casa FOA 2010, y si era posible llegar, Estilo Pilar una muestra que permitiría sumar a la decoración el paisajismo, pasión de uno de los integrantes del grupo, a la que las otras adherimos sin discusión.
Mi Spark, mi aceituna, mi karting, chispa, o como quieran llamarle algunos, a más de un año de pruebas llegaría a la Capital y se mediría rueda a rueda en el vértigo de las autopistas y con el desenfreno de las calles porteñas.
La idea de comandarlo en la gran ciudad, rondaba en mi cabeza desde que fui su propietaria, aunque debo reconocer también que, al momento de la decisión, me causaba cierta inquietud.
Sin pensar más salí al volante rumbo a la aventura, con un copiloto de lujo y una partenaire incansable y locuaz en el asiento trasero, que a los pocos kilómetros puso en funcionamiento el mate para lograr una distensión perfecta entre ambos.
Entre medias sombras de nubes el calor no se sentía y la ruta tranquila nos invitaba a seguir.
La alerta de “¡Estamos en rojo!”, nos hizo ver que Chispa (traducción de Spark al español) tenía hambre. Nos habíamos olvidado de un pequeño detalle: la recarga del combustible, que aunque el modelo es económico en el consumo, su tanque es limitado. Encontrar el teléfono de auxilio en la autopista resultaba más fácil que vislumbrar una estación de servicio. Hasta que un cartel Shell a 8 km, fue el alivio.
Empujando con el alma llegamos, nos abastecimos de combustible y de comida, nos sacamos el entumecimiento del viaje y seguimos satisfechos.
Para esa jornada piquetes y cortes eran el anuncio. No detenernos en nuestros outlets era la recomendación. Pero como no nos caracterizamos por ser obedientes y conscientes del todo, al llegar al puente Henry Ford, nos miramos y sin hablarnos, nos dijimos sí, acá paramos.
Recorrimos nuestros familiares negocios. Hicimos algunas compritas convenientes y enfilamos a la gran ciudad que ya nos esperaba con todas sus luces encendidas y sus movidos seis carriles de autopista.
Con todos los sentidos alertas, con mucha adrenalina, pero segura por el asesoramiento de mi copiloto, arremetí y me mezcle en ese tránsito desquiciado sintiéndome una más.
Las comunicaciones modernas habían permitido, desde el auto, un primer contacto con un paranaense apostado de paso en la capital, y el primer programa estaba armado a pesar del cansancio por el ajetreo del viaje. Cena para la primera noche. La gran picada, las risas y las anécdotas.
El día dos estaba destinado al diseño. Nuevamente a la Panamericana y por ramal Pilar hacia las Casuarinas del Pilar para la muestra que nos convocaba. Glamour, arte y lomitos para un día de campo sin desperdicio.
La autopista para el regreso ya no tenía secretos para esta piloto, que había decidido no dejar el mando.
La primera promesa incumplida fue cuando la partenaire se manifestó abiertamente con el “Yo a casa FOA no voy”, dando por sentado que su cuota de diseño estaba cubierta.
Compras y paseos completaron la aventura el sábado. Desde la tradicional calle Santa Fe, tantas veces andada y desandada, las galerías Pacífico, San Telmo, Puerto Madero para terminar cobijándonos del frío en el ya conocido Buenos Aires Design de Recoleta.
Los años no vienen solos, se suele oír por ahí. Sin querer que sea esto cierto, las rodillas dolían, los pies se hacían sentir después de más de nueve horas ininterrumpidas de idas y venidas.
Ya sin sol, de regreso a nuestro reducto de Marcelo T. de Alvear, decidimos una inmersión al super con el fin de encontrar provisiones para darle forma a una comida caserita, buscar unas bebidas espirituosas para estimular la charla, unos dulces para cerrar la noche y terminar nuestro día tres, ya sin teatros ni pomposas cenas.
La última mañana llegó rápida. Café con leche para el desayuno, mates, fotos, el repaso obligado de las vivencias y la partida. con la promesa del regreso para cuando de los árboles caigan las hojas.
Si quieren ver.... VEAN:
Día 1 | Día 2 | Día 3 | Día 4 |
domingo, 17 de octubre de 2010
Mis cucharitas de cerámica blancas
Las descubrí en el anaquel de la casa de regalos. Fue amor a primera vista.
Si bien no eran lo más llamativo de aquel objeto que se vendía, fue lo que me enamoró.
Tazas cerámicas con agujeritos en su manija, y en ellos, ellas, cucharitas de cerámica blancas, erguidas, sostenidas firmes al atravesar los dos agujeritos.
Un primor, suavecitas, blanquitas, limpitas y frágiles eran las cucharitas de cerámica blancas.
No se vendían solas. No se podían separar. Existían por las tazas y solamente con la compra de una taza, podría ser propietaria de una cucharita de cerámica blanca.
No lo dudé. Eran hermosas. Suavecitas, blanquitas, limpitas y frágiles.
Compré cinco tazas. Una para cada integrante de la familia. Para que cada uno tuviera más allá de la taza, una cucharita de cerámica blanca.
Tazas con diseño muy moderno, por cierto. Muy lindas y novedosas. Para los desayunos y las tomadas de leche a la tarde. Tomadas de leche tan mías.
Pero las tazas no eran mi luz. Sí, aquellas hermosas cucharitas de cerámica blancas.
Regalé tazas a la familia. Regalé tazas a todo aquel allegado o allegada que cumpliera años por aquella época.
¿Cómo no iba a regalar cucharitas de cerámica blancas?
Fue así como comenzó esta historia.
Las tazas fueron adoptadas de inmediato para hermosear las mesas de los desayunos y meriendas. Las cucharitas calculaban la cantidad justa de café, de chocolate y de azúcar por cada taza. Revolvían el contenido de las tazas. Entraban y salían del microondas sin problemas. Se mantenían blanquitas, suaves y limpitas. Eran la perfección. Pero más allá de su plena perfección eran frágiles. Demandaban cuidado. Suavidad en el trato.
¡Qué cosa más alejada de la realidad! ¿Suavidad en el trato? En el lavado, en la secada, en la guardada.
Las cucharitas, tan bellas como frágiles, comenzaron a morir.
Se rompía una cucharita y corría al negocio en que las había descubierto para reponerla.
Pero ellas no estaban solas. Se debían a sus tazas. Era un combo. Una cucharita más una tacita.
En consecuencia tras cada baja, de cucharita, que se producía en el hogar, nacía una nueva cucharita más una tacita.
Llegué a tener más de doce tazas. Ya ni sitio para ellas había en la alacena. El diseño de las tazas se iba modificando. Todas eran diferentes. Las únicas iguales seguían siendo las cucharitas de cerámica blancas, que en la proporción iban en franca minoría.
Fue entonces que un día, en un shopping de la Capital una canasta llena de cucharitas de cerámica blancas solas, apareció delante mío. Ahí, huérfanas, sin tazas adosadas a ellas. Todas para mí. Mis ojos no daban crédito. Compre una docena y regresé al interior más contenta que perro con dos colas.
Las cucharitas de cerámica blancas, ahora superaban la cantidad de tazas, que también se iban destrozando para ser coherentes en el cuidado.
La historia vieja comenzó de nuevo. Las cucharitas de cerámica blancas comenzaron a morir.
Volví a capital. Volví al mismo lugar, como en la canción de Sabina, no me encontré una sucursal del banco hispanoamericano, pero el negocio ya no estaba.
¡Qué desolada me sentí!
No más cucharitas de cerámica blancas huérfanas. No más cucharitas de cerámica blancas adosadas a tazas. No más cucharitas de cerámica blancas.
Sin consuelo comencé a deambular por bazares de la capital, hasta que ahí, en la misma esquina que mi reducto capitalino, tirada en el suelo de la vidriera del bazar la descubrí.
Una única cucharita de cerámica blanca. Sin perder tiempo entré. Feliz. Quería muchas. Pero sólo conseguí cinco. Por más que incitaba a la empleada a seguir buscando, me respondió con un seco “no hay más”.
Así me armé de cinco nuevas cucharitas de cerámica blancas.
Al regresar a casa decidí ponerlas a resguardo, junto con las otras sobrevivientes, consciente de que eran un bien muy escaso y muy preciado, aunque sólo para mí.
Un vaso grande de plástico transparente sobre el freezer sería su lugar. Lejos de los cajones en los que se tiran los cubiertos de metal. Eran cucharitas de cerámica blancas. Hermosas y frágiles.
Aquel medio día, ante la negación de cocinera, el pollo del imán de la heladera fue el men
ú impuesto.
No huesos de pollo a los perros era el cantito que sonaba siempre al levantar los platos de la mesa.
Poner la bolsa de basura a resguardo de los perros, era parte del ritual.
Comenzaron a levantar la mesa mientras, sin moverme de mi lugar, pretendía mirar el modelo de la señora Mirta Legrand, cuando escuché un estrepitoso ruido proveniente de la cocina.
Mi cabeza comenzó a dar vueltas. No podía ser lo que ella me dictaba. El ruido estaba registrado en mi mente. Ya lo había sentido en otras ocasiones. ¿Ruido de cerámica rota? ¿Cerámica? ¿Cucharitas?
Todo se volvió negro. Sólo esperaba una voz que me dijera NO, no son tus cucharitas de cerámica blancas.
Silencio.
Nada de eso ocurrió.
Mis cucharitas de cerámica blancas...

Me levanté de la silla. Caminé como autómata en dirección al ruido. Pedazos de cucharitas de cerámica blancas desparramados tapizaban el piso rústico de cerámicos rojos.
Silencio.
Sólo una mirada con una furia incontenible. Excusas que pretendían apaciguarla.
Mis cucharitas de cerámica blancas.
Sólo una sobrevivió.
Gracias plomero por haber llegado tarde a destapar la pileta cuyas aguas grasientas acariciaron y protegieron a mi cucharita.
Sólo una que quedó mutilada. Ya no mide 17,5 cm. Mide 15 cm. Su mango se acortó.
Sólo una sobrevivió. Mi cucharita de cerámica blanca.
Myrtita
domingo, 26 de septiembre de 2010
Con el alma, a cantar!
pero NUNCA por la falta de ese espíritu que espera el 21 de septiembre para embeberse en mi hasta la embriaguez... jaja
Medio tardío lo depositaron en mi casilla de correo...
Un sentimiento!!!!
Casi una perlita, diría.
Ya nadie lo conoce.
Y el que sea de mi época...
y se ría...
y no se emocione...
que me avise....
PORQUE ALGO NO LE ESTA FUNCIONANDO BIEN!!!
domingo, 29 de agosto de 2010
Acá BaRILoChE 2010: Día 11 Reflexión 1
Hola!!!!
Heme aqui en el BONDI desde hace exactamente 18:33 horas según indica el cronometro que tengo enfrente, en la pared del cole.
De esas dieciocho horas y media que llevamos en este cubículo, creo que he dormido dieciseis.
SIII!!!!
En las dos horas restantes, termine el cuello del pullover azul, que llevé a medio hacer, para los momentos de OCIO o ABURRIMIENTO que iba a tener allá, y resultaron INEXISTENTES, bajamos a cenar en Gral Acha, y acá sigo probando suerte con mi conexión inalámbrica que SI FUNCIONO!!!
GRACIAS MOVISTAR!!!!!!
La tropa DESCANSA, RONCA Y TOSE MUCHOOOO.
¡Para no!, si enfrentaban las nieves todas las noches en remeras, musculosas, minifaldas y soleras...
Parecía, OJO no ERA, una vieja cuando les decía ¡LLEVEN ABRIGO!
pero NADA... no les entraban BALAS...
Así quedaron... 100% RESFRIADOS MAL...
Más allá de esas menudencias TODO fue de 10, es más, NO QUERIAN.... perdón, NO QUERIAMOS VOLVER!!!!
Pero todo pasa, y todo queda...
Bariloche 2010 en una primera lectura,
FUE SENCILLAMENTE MARAVILLOSO!!!!
¿O no Chicos?
Myrtita
Acá BaRILoChE 2010: Días 10 y 11
¿Repasamos la despedida con unas fotos?

viernes, 27 de agosto de 2010
Acá BaRILoChE 2010: Día 9
Escribo cortito porque me corren las velas.
Si!!! Se viene el final, y en minutos nos vamos a la cena de velas, un momento más que esperado del viaje.
Me tomo unos minutos mientras las chicas buscan los pañuelos, para contarles lo que hicimos hoy.
Día nueve sumamente agitado.
Comenzamos tempranito con Piedras Blancas, culipatín en el cerro Otto.
Para no romper la racha con mucha nieve.
Ascendimos en tres 4x4 Land Rover, por un camino de ensueños… o no, angostito, con mucha nieve y con más tráfico.
Una experiencia con adrenalina. Bajamos el cerro en tres tramos, por tres pistas con velocidad creciente. Pista cuatro, tres y uno por la que volvimos a la base.
El almuerzo fue a las doce y media, para dejarnos llegar, secarnos, y prepararnos para salir de nuevo a las dos y media de la tarde, para ir al Tambo Viejo a andar en cuatriciclos.
Nuevamente la adrenalina en las pistas con barro, futbol en parejas, baile con coreografías y merienda.
Regresamos al hotel para sacarnos los trajes de barro, buscar los de nieve y devolver todo.
A preparar las valijas. A bañarnos, y en breve para partir de nuevo.
Me apuran... Me dejan.. Nos vamos.... Me fui...
Mañana esta aventura comienza a cerrarse.
¿Vamos con un click por el día nueve?

Acá BaRILoChE 2010: Día 8
Todo era armonía. Ni un si ni un no. El día ocho amaneció rebelde.
Paseo programado: Isla Victoria y Bosque de Arrayanes. La excursión era exclusiva. Para nosotros solos.
Almuerzo: 11 hs.
Partida: 12:30 hs.
Nada dejaba entrever diferencias en nuestra armónica convivencia.
Después de un abundante almuerzo cada uno se recluyo en su pieza para terminar de prepararse.
Salí equipada para nieve, de mi habitación. Caminé a lo largo del pasillo que me conducía al ascensor cuando al llegar al elevador, tropecé con algo. Levanté mi vista y no era algo, era alguien. No era alguien, eran “alguienes”. Niñas sentaditas en el piso. En pijamas. A escasos minutos de la hora establecida para la partida.
Las miré con una mirada interrogadora que sin palabras decía ¿bajamos?
Un no vamos rotundo salió de labios entrecerrados con miradas al suelo, mientras seguía llegando el resto de la tropa asintiendo y alineándose con esta postura.
Sólo cuatro o cinco van a ir.
En ese instante hacía su aparición, por el otro costado, mi compañero de aventuras.
Si preámbulos y con fuerte voz preguntó
¿Por qué no van? ¿Por qué están enfermos?
Les aclaro que si no van porque están enfermos esta noche no hay BOLICHES, porque si están enfermos esta noche se van a terminar de curar, y yo me voy a hacer cargo de que asi sea, aunque me tenga que quedar sentado abajo hasta las tres de la mañana para que esto se cumpla.
Sin más palabras bajamos, dejándolos atrincherados y nos instalamos en la cafetería.
Intercambiamos opiniones con los coordinadores. Uno de ellos decidió subir para una nueva acción mediadora.
Cinco minutos para la partida.
El lobby se empezó a llenar. Caras conocidas aparecían. El colectivo esperaba en la puerta.
Subimos. Comenzó la contada de rutina. Uno, dos,…. , diecinueve,…., veintiuno. Estamos todos!!!! Nos vamos.
¿Será que a veces hace falta un freno?
No se crean que las caras eran de jolgorio. Más bien eran caracúlicas, pero estábamos.
La nieve que había empezado a caer en el centro temprano, siguió copiosamente durante el camino hasta Puerto Pañuelo. Mucha nieve en el camino.
Partimos en Modesta Victoria, una embarcación del año 1937, con museo incluido, pero me excluyo de pensarme parte de él cuando hice este mismo paseo treinta y dos años atrás.
Pintoresca la nave, con tres niveles para recorrer, que los chicos los subieron y bajaron muchas veces en la hora y media que duró la travesía.
Primer destino el bosque de los arrayanes…. ¡¡¡Cuánta belleza!!!! La disfruté con ojos “de grande”, las palabras “de vieja” siento que todavía me quedan grandes o chicas para la sensación que tuve.
Volvimos a la embarcación para llegar a la Isla Victoria y sumergirnos en las especies arbóreas autóctonas y en las del mundo entero que a Anchorena se le ocurrió traer y plantar allí.
¡¡¡Mi DIOS!!! CUANTA BELLEZA JUNTA!!!!
El click de mi máquina de fotos era incesante. Creo que taladraba los oídos. Pero era demasiado lindo todo.
¡Qué lindo ser grande para poder apreciarlo!, porque cuando era adolescente como hoy lo son ellos, creo que dejé pasar muchas de estas cosas por alto, ya que no era lo más atractivo del viaje.
Una larga caminata por la isla, recreada con las palabras del guía y volvimos a la embarcación para regresar al puerto.
La lluvia seguía. Arribamos al hotel a las siete de la tarde.
Una costumbre en el viaje fue la consuetudinaria falta de agua a la hora del regreso, en el preciso momento que más se necesitaba para reponernos con una fuerte ducha.
Más allá de ese pequeño detalle que se superó con el tiempo, cenamos, la previa, el boliche y a dormir.¿Vamos con un click por el día siete?

jueves, 26 de agosto de 2010
Acá BaRILoChE 2010: Día 7
Desde el lunes a la noche tenemos una compañera inseparable, que no nos ha dejado ni un segundo: la lluvia.
No nos detiene. La subimos con nosotros, pero a veces se torna pesada.
Ayer nos acompaño en mi caminata por el centro, en el almuerzo y no quiso quedarse sin la visita a Colonia Suiza, al CANOPY en el cerro López, contratado para la tarde.
El ascenso en las 4x4 fue lo mejor que me podía pasar para disfrutar de ese increíble paisaje. Fotos y más fotos. Le dije no a los arneses y a la tirada tipo Jane de Tarzán, y me quedé mirándolos desde abajo mientras se deslizaban de una estación a otra. Tres estaciones, plataformas de madera ubicadas altas en los árboles, unidas por cables de acero, con pendientes cada vez más pronunciadas que terminan con una caminata, ascendente y matadora, para llegar de nuevo a las 4x4 que nos devolvieron a la base.
De nuevo al 17, el cole que nos esperaba para llegar a un centro de juegos. Paintball era nuestra razón.
Se armaron dos equipos azules y verdes. Objetivo: quitar la bandera del adversario. Las banderas están clavadas en los extremos del campo de juego. Paredones para resguardarse, algunos arbustos en la cancha, permiten avanzar protegidos a la zona del adversario.
Cada participante tiene un arma con balines, tipo huevos chiquitos rellenos de colores, que pintan las chaquetas de los heridos, al estallar. Distancia mínima de tiro un metro veinte. ¿Lo habrán medido?
Muchas carreras, y poca estrategia la que plantearon. Los gritos que les pegábamos desde el mangrullo siendo espectadores no ayudaron al equipo azul para el triunfo. Ganaron los verdes.
La merienda fue en un gran salón, preparado para albergar a una tropa muy grande.
Al momento del regreso, nos quedamos algunos sin espacio en el 17, por lo que tuvimos que esperar un refuerzo.
La chinche del principio, se convirtió en alegría cuando fuimos partícipes de un pequeño show, con relatos y música.
Más allá de las seis nos rescataron y volvimos a buscar la ducha reconfortante, para la cena tempranera, la previa, la novela, el boliche y a dormir.
¿Vamos con un click por el día siete?

miércoles, 25 de agosto de 2010
Acá BaRILoChE 2010: Día 6
La noche del cinco vino movida. Algunos condimentos nuevos se sumaron, más allá de la lluvia que no dejó de caer.
Amaneció gris y lluvioso. Lluvia en el centro, nieve en el cerro, según dicen los que saben.
El almuerzo programado para las once, y la partida para el último días de ski a las doce.
La puntualidad y la ansiedad no fallan.
El camino hacia el cerro se pintó de blanco después de la primera curva. Los copos de nieve, golpeaban con fuerza.
La rutina del día cinco se repitió de manera más rápida, no sólo porque ya sabíamos como se hacía, sino también porque la demanda era menor ante la adversidad del tiempo.
El camino hasta la aerosilla me resultó igualmente largo y tedioso con las tablitas al hombro y los bastones cayendo cada dos pasos.
La indumentaria y el deporte invernal no es para cualquiera!!!! Y como no me siento entre los cualquiera, entiendo que SI fue para mí!!!
Subimos hasta la primera estación, pero la montaña parecía otra.
La pista de enseñanza tan rápida de la tarde anterior, parecía una nube de nieve blanda.
La soga para subir se escurría entre las manos congeladas. Todo era más complicado.
El grupo hizo caso omiso de las diferencias, y por el camino del día cinco hizo su primera bajada. Muy dura… mucha nieve… muy trabada…
Por loo que derivaron a una pista verde algunos, otros de manera consciente o no terminaron en una azul y algunos con la cola en la aerosilla para un descenso más confortable, a pesar de la mojada de trastes.
¡La nieve no perdona!
De a poco nos fuimos juntando en el punto de partida, en donde alquilamos los equipos, buscando un poco de calor. Estábamos mojados hasta los huesos, pero no con agüita, con nieve que salía desde adentro de nuestros trajes especiales.
Nuevamente el kiosquito nos acogió con chocolatada y alfajores de maicena. Largábamos humo en cada comentario.
Al colectivo para llegar al hotel en busca de una ducha caliente que nos devolviera el aliento y el movimiento.
Cena temprana. Novela para Myrtita. Previa para los chicos.
Al boliche y a dormir.
¿Vamos con un click por el día seis?
Las últimas fotos de ven nubladas. Ni mi cámara se salvo de la congelada!!!!!

martes, 24 de agosto de 2010
Acá BaRILoChE 2010: Día 5
Después de mi tranquilo desayuno, invité a mi compañero de aventura a dar una vuelta por el lago y la ciudad para sacar unas fotos, antes de que la jornada planificada comience.
La nieve y el ski volvieron a ser los protagonistas del día cinco. En el mismo cerro, accedimos ya no como estudiantes, sino como turistas.
Alquilamos los equipos en la base. Botas cómodas, palitos más lindos y un profe más viejito, y en serio, para todos. Buscamos los pases libres y arriba.
A los esquiadores experimentados, se les dio la licencia para andar. Los novatos a la clase con el profe.
Una pista de aprendizaje a la mitad del cerro para nosotros solos. Instrucciones teóricas, demostraciones y a probar. Uno a uno, nos miraba el profe y nos corregía.
A probar una y otra vez. A repetir las cosas varias veces. Cuando consideró que ya andábamos dijo “¡Vamos abajo!”.
Por un caminito, en una columna ordenada, nos largamos bajo su supervisión.
Partes rápidas, curvas, contracurvas, sectores planos que hubiéramos preferido que no existieran, ya que nos mataba remontarlos sin impulso.
Algunos que otros golpes y caídas, pero llegamos a la base. De nuevo la aerosilla para subir, y otra vez el caminito.
Esta viejita volvió a subir amagando una tercera bajada en ski, pero sólo bajó en aerosilla con su acompañante. Los jovenzuelos de nuevo abajo por el caminito.
Realmente linda la tarde.
Devolvimos los equipos, hicimos un alto en un kiosco próximo a la parada del 17, nuestro colectivo asignado, donde improvisamos una merienda rápida con choripanes al chimichurri, tostados y gaseosas.
Cerca de la media tarde emprendimos el regreso al hotel, haciendo una breve parada en una fábrica de chocolate artesanal.
Ya en el hotel la merienda oficial nos esperaba, para después recuperar energías hasta la hora de la cena en general temprana.
Con tanta suerte se rompió un cañito, así que el líquido elemento nos estuvo vedado por varias horas.
La previa consabida y al boliche.
Myrtita a dormir.
Miramos con un click el día quinto??

lunes, 23 de agosto de 2010
Acá BaRILoChE 2010: Día 4
El día 4 estuvo pintado de nieve, fuimos al cerro Catedral, a nuestra primera clase de ski.
Después de un largo ascenso en aerosilla llegamos hasta la punta del cerro para tirarnos por la nieve, sacarnos fotos y armar escenas para un video.
Cansados de tanto marketing, pedíamos por el ski YA.
Todo llega, descendimos una estación, y vino el tiempo de equiparnos con las botas y las maderas para seguir cada grupo al instructor asignado.
En una pista bastante plana fue la primera clase. El profe cancherito, que nos hacia dar saltos y agachaditas, sin siquiera saber doblar. La profe yankee, que decía “mi no habla espagnol”, y por señas se hacía entender.
Algunas deserciones, varios golpes y palazos y sin salir de ese espacio, con mucho esfuerzo subíamos de costadito para tirarnos unos metros. Era como llevar la cruz de cristo al hombro.
No obstante no claudicamos. Así pasamos la tarde.
El colectivo al regreso era una tumba… el cansancio nos venció.
Al llegar la chocolatada y los brownies nos reconfortaron.
Libres hasta la temprana cena, para darle lugar a una previa que los “prepara” para el boliche de turno.
Myrtita , sintiendo cada uno de los músculos de la morfología humanoide, no llegó a la previa.

domingo, 22 de agosto de 2010
Acá BaRILoChE 2010: Día 3

Myrtita
Acá BaRILoChE 2010: Días 1 y 2
sábado, 14 de agosto de 2010
¡¡Ni loca!! ¡¡Ni chupada!!
¡¡Ni loca!! ¡¡Ni chupada!! Son dos expresiones que demuestran la más contundente negación. Ni aún en la insania ni en la más plena embriaguez. Demuestran el NO rotundo. La fuerte convicción por el NO.
Esas fueron mis palabras hace casi un año cuando me invitaron a ser parte de un “viaje de estudios”. ¡¡Ni loca!! ¡¡Ni chupada!!
Y heme aquí, descargando sensaciones, ante una mente atribulada a breves días de partir.
A escasas horas de ser parte de un viaje de estudios.
¿En qué momento mi fuerte NO se convirtió en SI?
“Nadie quiere acompañarnos. Si no viajan profesores no es institucional. Si no es institucional nos corren las faltas. Si nos corren las faltas no podemos viajar.
¡Estamos colgados! ¡Acompañanos!”
Fue un NO… un NO SE… un pensar…. Un SI que atribula mi mente en vísperas de la partida.Un SI que hace que vuelva a pensar.
¿Porqué NADIE quiere acompañar?
La respuesta es sencilla Myrtita.
Por miedo.
¿Miedo?
¡Son adolescentes!¡Por eso miedo!
¡Son incontrolables!
¿Son incontrolables?
¡Por eso miedo!
¡El alcohol! ¡Las drogas! ¡El sexo!
¿Alcohol, drogas, sexo?¡Por eso miedo!
Ah, entiendo, por eso era mi ¡¡Ni loca!! ¡¡Ni chupada!!.
Que coherente eras Myrtita cuando dijiste el ¡¡Ni loca!! ¡¡Ni chupada!! que dice todo el mundo… Sin embargo HOY estás descargando sensaciones, ante una mente atribulada a breves días de partir.
Creo que en el fondo sentís que sí, que todo eso te da miedo.
Te dan miedo los excesos. Te dan miedo las diferencias generacionales.
Pero creo que te dan los mismos miedos que les dieron a los integrantes de aquel grupo de valientes que hace casi treinta y dos años atrás dijeron SI y te acompañaron en tu viaje de estudios.
Vos eras parte de ese grupo de adolescentes que soñaban con las fabulosas confiterías de Bariloche, que se aprontaban a vivir días de plenas libertades y la magia de las noches que desde sus ilusiones, nada tendrían en común con las noches de Paraná.Ellos, los valientes, acompañaban adolescentes que quedaban bajo su custodia por un breve período de sus vidas. Tan breve como ansiado, esperado y soñado. Un breve período de “plenas libertades” y múltiples responsabilidades según la óptica del involucrado.
Casi treinta y dos años, después la historia se repite. La ilusión del BARILOCHE. Pero tu rol, Myrtita, es diferente. Hoy te alistás con los valientes y sus miedos. Hoy sos profesora. Sos madre. Ellos, adolescentes.
Las épocas han cambiado. Hoy ellos viven cosas que ni tus amigos ni vos vivieron. Consideran normales cosas que en tu época ni se pensaban. Pero más alla de todo esto, estas diferencias generacionales que sentimos hoy por aquellas épocas también existían, con diferentes condimentos, pero ya estaban.
El alcohol existía. Las drogas existían. El sexo existió siempre. La diferencia parece estar en que hoy los consumos y hábitos se imponen, se masifican y se potencian con la fuerza de los medios de comunicación que es colosal. Es prácticamente imposible ir contra ellos, cuando venden todo esto como lo normal, y hasta como casi la única opción.
¿Cuál será el equilibrio? Desde ya entiendo que no es el NO. Eso es la resistencia. Si apuesto a la razón, al no abuso, a que manejemos con responsabilidad las libertades, a que nos ubiquemos en cada rol.
Ufa. Si me leen, ya me dejan afuera del colectivo.
Pero me resulta imposible no pensar, a breves días de ser parte de un viaje de estudios.
Leo estudios y del miedo paso a la risa.
Estudios. Pero al pensarlo también lo reflexiono, encontrando que si será un viaje de estudios. De estudios de grupos, de aprendizajes de convivencias, de respetos, de peleas, de consensos.
Será una experiencia enriquecedora que irá más allá de lo curricular y académico, más allá de los cinco o seis años de secundaria. Breves días que quedaran para toda la vida.
Bariloche 2010 también será nieve, esquí, paseos y travesías, juegos y risas.
Bariloche 2010. Que diferente te veo a mi Bariloche 1978. ¡Cuántos secretos guardás para mi mente atribulada a escasas horas de ser parte de un viaje de estudios!
Pero me queda poco. El ¡¡Ni loca!! ¡¡Ni chupada!! Ya fue. Quedó atrás, encerrado entre esas cuatro paredes del aula.
Y heme aquí, descargando sensaciones, a breves días de partir.
En plena consciencia de mis facultades afronto este nuevo desafío, del que espero regresar ni loca ni chupada.
Hasta la vuelta!
Myrtita
viernes, 9 de julio de 2010
Capítulo 7 - Una adicción irreversible
Los personajes de Hijitus en miniatura que dormían en el huequito del formato del chocolatín, debajo del papel de celofán, con las letras gordas de colores,

Por aquellas épocas, el sueño del pibe parecía realizarse siendo propietario de una juguetería o de un kiosco, con la idea de que ese poder de propietario se traducía en el acceso libre y masivo a todos los juguetes del mundo y también a todas las golosinas que se nos pudieran ocurrir sin costo alguno.
Fue para ese entonces que el Tío Popy, hermano de mi abuela Emilia abrió un kiosco justo enfrente a su casa.
Mi sueño se hacía realidad. ¡Un familiar dueño de un kiosco!
Juntando las ideas, los chocolatines Jack comenzaron a llegar a mi casa no por unidades, sino por cajas enteras, al mejor estilo mayorista.
Debo confesar, que a esa altura de mi vida, mi pasión no eran los chocolates, es más casi detestaba ese sabor amargo de algunos, pero la colección de muñecos en miniatura sí lo eran, y justificaban plenamente el pedido de más y más cajas.
Por suerte con mi hermano siempre nos complementamos. Él moría por el chocolate y yo por los juguetes, en consecuencia, como un engranaje perfecto comenzó el trueque de golosina por juguete con un racionamiento a veces un tanto descontrolado, cuando descubríamos que en el piso del ropero de nuestros padres acababa de llegar una nueva caja.

Este dulce y lejano preámbulo que me llevó a la década del 70, me vuelve a los años 80 ya lejos de mi infancia, y en situación de señora grande. Una nueva realidad civil y etaria pero sin cambios en mis preferencias: el chocolate seguía sin gustarme.
Todas las mañanas Bonel partía para el centro, con su portafolio negro y su lista de mandados. Todas las tardecitas me preguntaba qué necesitaba del centro, si tenía algún recado que él pudiera hacerme.
Todas las mañanas tomaba el colectivo rojo que lo llevaba y lo devolvía antes del medio día.
De hábitos se fue pintando nuestra apacible existencia. Nuestra relación se iba consolidando. Ya no había días sin vernos, sin charla, sin ropa ni diarios a intercambiar. Todas las rutinas escondían la más fuerte necesidad de compartir y reflejaban el profundo cariño que se instalaba entre nosotros.
En pocos meses una nueva costumbre o hábito se instaló en nuestros días.
Bonel regresaba del centro lleno de novedades, que no podían esperar, para ser comentadas, la tardecita. Ni bien arribaba al octavo piso, golpeaba en el 8°G y se desplomaba en una silla con su maletín negro. Lo abría y empezaba a sacar cosas como la caja de Pandora.
Lo fascinaba el Mercado de las Pulgas. Todos los días un producto chino nuevo. Abrelatas, caja, sacapelusas, destornilladores tres por uno. Ofertas y más ofertas, aunque no necesarias, baratísimas y no valía la pena dejarlas pasar. Eran dos pesos!!!
Un día mientras vaciaba su bolsa, me realizó la confesión
- Myrtita, quiero decirte algo. Cuando Sara, mi esposa vivía, teníamos por costumbre, que cada vez que yo salía, le traía algo de regalo, para representar con eso que me acordaba de ella. Sara ya no está y vos te has vuelto la nieta que no tuve. Así es que, sin que lo tomes a mal, sentí la necesidad de que lo supieras y te he traido esto.
Metió la mano en su portafolio, sacó un chocolate HAMLET y me lo regaló como prueba de su más profundo cariño.
¿Cómo decirle que los chocolates no eran de mi agrado ante semejante declaración?
Feliz, le di un beso y lo agradecí.
Sin que él lo supiera, el chocolate descansó en el cajón de mi mesa de luz.
Pero Bonel, iba todos los días al centro. Era un hacedor de rutinas. Y su cariño no decrecía con el paso del tiempo. Aumentaba, y con estas demostraciones de afecto los chocolates en mi mesa de luz ya no entraban.
Ante esta situación, me quedaban dos caminos, o sincerarme y decirle que los chocolates no me gustaban o empezar a probarlos en el intento de que me comenzaran a gustar.
fue lo que elegí. Todas las noches antes de dormir, probaba un cuadradito. Era la medida justa.
La primera noche lo sentí amargo. La segunda no tanto. A la tercera, casi que lo degusté con agrado mientras miraba una película.
Noche tras noche, siguiendo su estilo también me convertí en una hacedora de rutinas. La cuota diaria de chocolate se volvió una adicción. Pasé del NO gusto a la adicción.
Bonel me corría de cerca con su oferta. No me daba respiro.
Sin la cuota diaria de ingesta chocolatera, las tabletas se acumulaban y acumulaban…
Hasta que un día, descubrió un puesto de flores.
Crisantemos blancos y amarillos comenzaron a alternarse. Un día flores, Un día chocolates.
Un hogar florido. Mi hígado agradecido. Y el cariño siguió creciendo.
Myrtita