sábado, 17 de enero de 2009

Con sabor a esfuerzo

Hoy quise probar algo nuevo. Algo que por principio no me seduce.
Hoy quise sacarme las ganas, por eso de que quizás era un prejuicio, y que eso que no me gustaba de antes, hoy me resultaría diferente.
Anoche lo decidí, y hoy hice gimnasia.
Nada de club, nada da gimnasio, nada de recinto cerrado con olor a esfuerzo.
Mi decisión se vio estimulada por el espacio. La gimnasia sería al lado del río. No ahí lejos, casi al pie del faro, en mi espacio ya colonizado, la gimnasia sería en el talud de césped, frente a esa tarima desde la que se imparten las consignas.
Desde hace varias clases las miraba de lejos, sin dimensionar el esfuerzo.
Se veían casi uniformes, armónicas y siempre terminaban con un aplauso.
A lo lejos, nada lucía tan terrible, y hasta casi diría se las veía acabar felices.
¿Cómo podía resistirme a eso que día a día ganaba más y más adictas?
¿Cómo podía resistirme a eso que tanto divertía y estimulaba?
¿Cómo podía resistirme a eso que era centro infalible en las conversaciones de mujeres?
Pero me resistía. El esfuerzo no me resultaba tentador.
Si estaba bien, allá lejos, casi al pie del faro. Es más, si hasta ya había incursionando en las movidas dentro del agua.
¿Qué falta me hacía? ¿Para qué cargar con más cosas el verano?
Pero las mujeres somos así. Curiosas.
Quería entender la razón de ese placer tan colectivo, o entender cómo surgía esa especie de masoquismo placentero.
Anoche lo decidí, y hoy hice gimnasia.
Las colchonetas esperaban apiladas. El equipo de música, en la tarima, aguardaba la orden para comenzar a sonar.
Miré a las avezadas, entendí que debía retirar la colchoneta y disponerme frente a la tarima para tener una visión clara de los movimientos a seguir.
Una visión clara, pero a distancia. Preferí la retaguardia a la vanguardia.
Comenzaron a llegar las chicas. Se cruzaban los saludos, las impresiones del tiempo, los comentarios de la velada, hasta que la música empezó a sonar y cada una tomó su posición.
Con la agilidad de una gacela, bajaban las órdenes.
Con la lentitud de una pereza las recepcionaba.
No estaba el agua como incondicional aliada.
El aire no trasmitía ondas. El esfuerzo era todo mío y bien localizado, que le llaman.
Más que localizado verifiqué.
Comencé a sentir cada pedazo de músculo que integra mi ser.
Mentalmente podía dibujar mi físico, cada vez que levantaba una pierna o giraba una rodilla.
Que las piernas primero, que los glúteos, que las cervicales, que los pectorales.
Que con las pesitas, que con los elásticos.
Todo sumaba esfuerzo, nada restaba.
En mi esfuerzo se elevaba el deseo de que, al menos, todo aquello que la naturaleza dejó caer, con este sacrificio al menos, insinuara endurecerse o volver a levantarse.
Llegó el momento de la colchoneta, pero para nada el relax. Nada más lejano a eso.
Llegó el tiempo de abdominales, o mejor dicho de castigar al abdomen por haber recepcionado el asado, las papas fritas, los churros, las galletitas de chocolate, las cervezas. De castigar al abdomen por haber sido sumiso ante nuestros angurrientos caprichos.
Descreída de los resultados, ante el dolor del esfuerzo, comencé a pensar con cariño en mis rollos y distensiones provocados por la vida.
Todas ahí, muriendo un poco, tiradas panza arriba.
La posibilidad de mirar al cielo y a las ramas de los sauces meciéndose sobre mi cabeza, me sacó del esfuerzo inconmensurable que hacía para doblegar mi panza.
¿Porque nadie preguntaba la hora?
¿Sería que el reloj había decidido detenerse y las agujas no querían girar?
¿Sería que este esfuerzo no acabaría jamás, o que sucumbiría antes de la hora pautada?
Que tranquilo se veía el río reflejando el sol.
El esfuerzo no cesaba, a la derecha, a la izquierda, arriba, abajo.
- Una más!
- Vamos!!!
- Mas y más!!!!
El sudor corría por los físicos que resoplaban. El jadeo aparecía ante cada repetición.
- Vamos!!!
- Mas y más!!!!
Había sido mi elección, no debía claudicar pero qué distendidas asomaban las chicas allá a lo lejos, al borde de la pileta.
- Una más!
- Vamos!!!
Mi accionar no venía tan mal para ser la primera vez, pero qué hermosos se veían los biguás, allá lejos, casi al pie del faro.
En ese momento la música cambió. El romanticismo se expandió por el cielo y nos envolvió.
La clase llegaba a su fin y con esto la distensión y el relax.
Mi mente se evadió, salió de mi castigado físico. El placer llegó, y allí el aplauso irrumpió coronando el esfuerzo.
Y comprendí, desde lejos se las veía acabar felices.

Myrtita

7 comentarios:

ERNESTO dijo...

Buenisima la iniciativa Myrtita. Ademàs una señora elegante de por sí, haciendo actividad física, púes mas elegante todavía jajaja!!!!!. Es importante, sí la constancia, a pesar de todas las ocupaciones.Adelante

Anónimo dijo...

Me parece bárbaro.
Lo que quisiera es un qqq de uno o dos dias despues, salvo que los dedos tambien te duelan, jajajaja.
Pero no te desanimes, es excelente que hayas comenzado, espero que continues y que ningún dolorcillo te detenga.
Mónica

Anónimo dijo...

Desde mi lecho, casi cuadriplégica recuerdo esa hora de deseo irracional.
Me duele desde la garganta hasta el dedo meñique del pie.
Será que la localización no fue feliz???
jaja
Iré por más el lunes, para sacarme las dudas...

ana dijo...

más vale tarde que nunca !!!! ya era hora de que movieras el c... ja ja !! quiero continuidad ,no me defraudes .
Ana karinita

Anónimo dijo...

Lo importante es hacer lo que tenemos ganas cuando se nos da la oportunidad, aunque nos traiga consecuencias (dolorcitos, tal vez....jaja) Y liberarnos de prejuicios, barreras, temores. No abandones!!!
Claudia

Anónimo dijo...

Muy buena la iniciativa Myrtita,
No solo para el bienestar del cuerpo sino tambien del alma !!!
A sostener el esfuerzo amiga!
besos
Mirta

Anónimo dijo...

Bienvenida al CLUB de las masoquistas.Me alegra sobremanera que compartamos el "esfuerzo". Lo más lindo es ver el cielo azul cuando ya casi estamos terminando...O cuando la profe dice "ahora con la otra";menos mal pensé que íbamos a quedar cojas...
Bueno,mañana toca acuaerobics,un poco más placentero en el agua,no?
Por varias mañanas más,y nuevamente WELCOME!!!
Ale de San Agustín