martes, 23 de octubre de 2007

De pelos y pulgas también...

Mi maternidad no terminó con los empachos y sería terriblemente injusta sino dedicara una entradita a otra hija, una hija no parida de mis entrañas, una hija por adopción, una hija de corazón, que entró en mi vida por ese NO contundente que me caracteriza.
El sol de marzo partía la tierra ese mediodía. Sin margen de tiempo, estacioné delante del portón trasero de la escuela Del Centenario. Era la hora de salida. Agustín ya estaba en tercer grado.
En el centro de un grupo de risueños chicos lo divisé. No cargaba su mochila, pero sus manos no venían vacías. Algo traía.
La imagen se fue haciendo más nítida a medida que se acercaba. Algo peludo se zangoloteaba con su apurado paso.
Casi sin darme cuenta me vi rodeada por el alborotado grupo, y cara a cara con mi hijo, que ostentaba orgulloso un can entre sus brazos.
- ¿Qué es esto????
- Es mía Mamá, la encontré yo… eran tres… otros chicos llevaron los otros, pero ESTA ES MIA… yo le dije a la SEÑO… la ADOPTE CON PAPELES y todo!!!
No daba crédito a lo que me decía, alentado por sus secuaces…
- La tuvimos en el aula TODA la mañana…ya tomó agua…
- Agustín, NO ES POSIBLE… Camila está en casa…,aduciendo a la “paqueta” cocker que formaba parte de nuestro núcleo familiar…
- Pero MAMÁ…!!!
De nada valía ponerme en contra, argumentar razones que en ese momento no comprendería. La mediación aparecía como el mecanismo más adecuado.
- Está bien, va a casa pero le encontramos otra familia pronto…
Con esa premisa regresamos al hogar.
Pequeña algarabía armaron las hermanas al abrir la puerta y encontrarse con el preciado trofeo.
Menuda reacción fue la del progenitor masculino cuando vio a la nueva huésped.
- OTRA PERRA NO!!!! Myrta, es que no te das cuenta????
Otras escuetas alusiones no reproducibles…. Y luego…el silencio… me comí votos de silencio por una semana….
Menuda situación se había armado. Convencida que este lío debía revertirse lo antes posible, me aboqué a conseguirle un hogar.
El viernes, a los tres días del episodio, apareció el primer candidato, y la perrita partió hacia un nuevo hogar.
Es imposible complacer al mundo, eso debo entenderlo.
El esposo ante mi accionar intentó retomar un diálogo, aunque yo no estaba convencida de querer ser su interlocutora. En esos días me había encariñado con el bicho y me había costado tomar esta decisión, casi contra mis principios.
Ni que hablar de los chicos. De ser la mejor madre del mundo pasé de golpe a ser el ser más despreciable del universo…
Así transcurrió aquel almuerzo del viernes. IDILICO!!!
Cerca de las 15 hs., en plena siesta paranaense, el timbre sonó. Abrió Agustín y allí detrás de la puerta, la cachorra deportada de su casi nuevo hogar por falta de consenso en la nueva familia.

Me devolvían “la atención”
De esta manera Canela, ya que así la bauticé, inspirada en su color, hizo su entrada triunfal y definitiva a nuestra familia. Con alegría por parte de algunos, y casi con una resignación extrema por parte de otro de los integrantes del hogar.
La paz no duró demasiado. Tres días habían pasado cuando “la peste” se apoderó de ella. Sin saber lo que era, cargué esa pequeña masa peluda y sin pérdida de tiempo acudí al doctor.
Parvovirus, fue el crudo diagnóstico.
-¿Se cura? , la pregunta obligada.
-Difícilmente, pero a veces se da…
Ese era el panorama. De la tranquilidad, y la cuota canina cubierta con una hermosa perra de “raza” a la agonía de una callejera, casi impuesta por el desamor de algunos que se dedican a tirar perros en una escuela.
La suerte estaba echada, y la enfermedad la pelearíamos juntas. La cachorra y yo.
Así fueron las siguientes jornadas. 16 hs. Al veterinario, ayudaba a su canalización, para hidratarla con suero.
A las 19 hs. luego del “jardín de infantes” la recogíamos de la clínica… y llegábamos a casa para acondicionarla en un lugar tibio, con un pañal de María Laura, en pleno aprendizaje de desprenderse de ellos.
Diez días de agonía. Cada noche parecía la última. Con gotitas de agua en su boca cada quince minutos. Hidratarla era la consigna.
La situación no se revertía. Hasta inyecciones aprendí a colocarle.
Pero Dios existe, y apoyada por mi ejército celestial de abuelos, el panorama comenzó a mejorar.
De la bolita de pelos, sólo quedaban piel y huesos. Una mirada lastimosa, sin brillos, pero que me seguía permanentemente como buscando respuestas.
El tiempo pasó. Vencimos.
El parvovirus se fue pero dejó secuelas….serias y profundas… Una malcriada total y una relación entrañable de madre e hija perra que se afianza con el correr de los días, y años... una relación que apuesta a una nueva generación en dos canes, Oky y Tina como representantes de esos 26 nietos perros por el mundo, de RAZA PERRO, pero NO "tirados", ofrecidos, regalados y adoptados de corazón.






Myrtita.

3 comentarios:

ERNESTO dijo...

CONMOVEDORA LA HISTORIA. GRACIAS POR COMPARTIR CON TUS CYBERLECTORES TAN LINDOS MOMENTOS DE LA VIDA FAMILIAR. VALGAN PARA LA PERRITA ESTA ESTROFA DE UNA VIEJA CANCION DE ALBERTO CORTEZ:

"Era nuestro perro y era la ternura, esa que perdemos cada día más y era una metáfora de la aventura que en el diccionario no se puede hallar".

SALUDOS CANELA!!!!!!. POR MUCHO TIEMPO

Anónimo dijo...

LA VIDA DE LA BUENA DE CANELA ES COMO UNA ESPECIE DE CENICIENTA CANINA. PENSAR QUE APARECIO POR PRIMERA VEZ EN LA CENTENARIO COMO HUERFANA ABANDONADA Y REAPARECIO TIEMPO MAS TARDE EN UN CONCURSO CANINO ESCOLAR QUE GANO, NO POR BELLA QUIZAS, PERO SI POR TIMIDA SIMPATICA Y PINTORESCA.
LARGA VIDA A LA MATRIARCA DE LA JAURIA AGUADO -ARANGUREN
ALICITA

Anónimo dijo...

Alicita: tu comentario me disparó.. me parece estar viéndolo a Jorge, desfilando con Canela upa, mientras los chicos alentaban el no desfile voluntario de Canela...!!! jaja Qué épocas!!! Juventudes... jaja
Gracias