sábado, 31 de diciembre de 2022

 ¿Cómo se despide un año?

¿Se le dice, simplemente chau? Me parece escueto ese saludo después de haber compartido 365 días con él.

¿Pero qué decirle a este 2022?
Empecé a recordarlo, y casi creí que no me daba pistas.
¿Qué me dejaba este 2022? ¿Qué me llevaba de este 2022?
Pensaba, pensaba, hasta que apareció una super idea, pedirle ayuda a WhatsApp. Seguro que ahí estaba el camino para desandarlo, con palabras, con imágenes y con charlas multidireccionadas.

Empecé a ordenarme y las últimas imágenes aparecían como las más trascendentes, dándome cuenta que era resultado de la inmediatez de su ocurrencia. Entonces, decidí a ir para atrás, como en una máquina del tiempo en reversa, llegar al final o a su comienzo, volver a vivirlo en un paseo más real y complementar este camino con mis carpetas de fotos.

El resultado me sorprendió.

Abrí todas las carpetas de fotos 2022 y encontré pocos humanos. La naturaleza predominaba en ellas. Mis fotos lucían impersonales, probablemente con un estilo que se fue afirmando.

Pero quería caras, y esas caras aparecieron en WhatsApp.
Junté la naturaleza de mis fotos y las caras de mi celular. Volví a vivir este 2022 que hoy quiero despedir.

Me quedo con muchas cosas.

Un 2022 de amores, familia, amigos, encuentros, celebraciones.
Un 2022 con mis fotos, como el espacio propio de myrtita.
Un 2022 con proyectos ladrilleros que lo trascienden.
Un 2022 con delirios creativos nuevos y un desafío interesante que culminó con La Cocó.
Un 2022 con un personaje impensado, Chimuela, que se instaló en hondo en mi corazón, aceptando con sonrisas sus permanentes e indeseadas ocurrencias.

Me llevo una ilusión, anclada en el 2022 que el 2023 verá nacer.

2022

Fueron muchas cosas.
Ya puedo despedirte 2022.
Gracias!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Precioso Myrtinhe! Qué gran balance!