lunes, 13 de octubre de 2008

Dos gotas de agua

La tarde había sido gris. Nada presagiaba una noche diferente. Los pronósticos eran contundentes. La lluvia continuaría.
Él había partido unos días atrás. Su retorno estaba previsto en unos días más. Esa noche ella estaría sola.
Se preparó para afrontar la soledad. Una cena ligera, una bebida hidratante. Nada de alcohol. Su conducta de dieta se mantendría. La soledad no sería el pretexto para transgredirla.
Una buena novela. Una película atrapante en la cama.
No dejaba huecos para la nostalgia. La cama resultaría grande, pero ella estaba preparada para una noche sola.
El ruido de la lluvia afuera, marcaría el ritmo de sus sueños.
Todo controlado.
El cansancio del día la venció. La bebida quedó a medias. La película no llegó a su fin. La novela descansó sin mostrar sus páginas.
Paz. Sueños. Sueños profundos.
La gota se deslizó por la comisura de sus labios, en una suave caricia. Se deleitó al sentirla. En su rostro se dibujo una inconsciente sonrisa plena de placer.
Otra gota impactó en su frente, corrió hasta su ojo, sorprendiéndola.
El sueño profundo, placentero se volvía cada vez más real.
Las gotas se sucedían sin pausa, corrían por su rostro, acariciaban su cuello. No podía separar el placer de la realidad…
El vibrar del trueno la sacó del encanto. Sus ojos se abrieron, con dificultad por el agua que corría sobre ellos. Enfocó su mirada hacia el cielo, más precisamente hacia el techo.
La luz no era suficiente.
La lluvia, cada vez más copiosa.
Estiró su brazo hacia la mesa de luz. Incorporándose, encendió su pequeño velador.
Su sueño se esfumó, en un santiamén volvió la realidad.
Sus ojos recorrían la habitación en penumbras sin dar crédito a la situación….
La gota del placer había corrido, las gotas seguían corriendo, no ya sobre su rostro, su cuello, sino debajo de su físico.
Las gotas van al mar, pero estas iban al colchón, más precisamente al charco que formaron una tras otra en la cama, mientras soñaba.
Su realidad. La gotera silenciosa del tiempo de sequía, aquella olvidada gotera. Allí estaba en plena manifestación de su potencial hídrico.
La gotera estaba… Él no… su arribo estaba previsto en unos días…


Myrtita

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Guacha querida!!!Esta vez me tocó ser protagonista pero de una historia de terror:Por suerte casi nadie de los lectores de tus QQQ sabrá jamás nunca quién es esa SIRENA revolcada entre las gotas tumultuosas de la gotera y su cama.
Gracias!!!
Ale de San Agustín

ERNESTO dijo...

Aunque breve, que obra maestra del suspenso, la que nos atrapó casi de manera inmediata, desde el principio, cargado de nostalgia y melancolía por la ausencia del ser amado, hasta ese abrupto final, en el cual, se deja traslucir, sin ambiguedades, la irremediable ausencia... de un adecuado mantenimiento del cielorraso. jajaja!!!!!!!!