sábado, 6 de septiembre de 2008

Olores...

Rápido, tengo un ratito. Voy a colgar la ropa.
Los broches, las perchas… un olor… y mi mente se escapó, se fue lejos, lejos en el tiempo, en el espacio. Se fue, y la seguí.
La soga desapareció. Mi escenario cambió.
Las glicinas, y su fragancia…. Llegué a Rivadavia 307. Entré, me metí en aquella casita chorizo, llegué al comedorcito, su mampara que daba al jardín estaba abierta de par en par. Septiembre había llegado…y la pérgola de glicinas, con su olor. Mi infancia….
Y me dejé llevar por ese laberinto de recuerdos, de sentidos, de percepciones.
El jazmín del Paraguay, con sus flores simples, casi rústicas, violetas y blancas, fragantes, custodiando mi hamaca en el jardín … Aquel pretendiente de adolescencia que las ocultaba bajo las solapas de la carpeta negra mientras me esperaba a la salida de la escuela …
Avancé un poquito más.
Las flores de los ligustros, en el fondo de la casa de la abuela. Olores de las siestas de verano, en que nos escapábamos a hurtadillas cuando nos conminaban al descanso reparador de la siesta, en una etapa de vida en que nos sobraban energías….
Con el mismo olor, llegué a las nochecitas. Salgo de la mano de papá por aquel largo y eterno pasillo, de la casa de los abuelos que hoy recorro en pocos pasos, desde mi visión adulta. Era el momento de guardar el auto, y de aprovechar su compañía al final de sus largas jornadas de trabajo y ausencia para nosotros.
Adolescencia con olor a fresias. Un timbrecito doble, cómplice, no más allá de las siete y cuarto. Antes del trabajo, antes de la escuela. Mi abuelo Enrique con un ramito fragante de fresias o con aquellas coloridas marimoñas, cultivadas por sus propias manos, que perfuman y alegran mis mañanas.
Olores…. Cómo pegan…. Asociaciones, vivencias… los recuerdos están acá, en plenitud, casi tan cerca que puedo escuchar y ver, aún a los que ya no están…
Pero mi tiempo expira. Las glicinas están acá, y yo volví.
Tomo otro broche. La soga, la ropa. Mi tiempo. Rápido…
Fue un placer viajar… Hasta pronto…


Myrtita

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