sábado, 13 de septiembre de 2008

Dicotomía de la abundancia

Había una vez una María, que tenía una campera. Una y solo una campera. Su único abrigo. Clásica, de color neutro. Única, así sin vueltas.
En su vida el tema abrigo, estaba resuelto. No ocupaba su mente en eso.
¿Hacía frío? De manera instintiva se calzaba su campera clásica de color neutro, sin perder un segundo de su valioso tiempo y afrontaba la intemperie.
La combinación de colores, no era un tema para ella. Su campera era única.
En el ropero la campera era la reina. El espacio era suyo, quizás hasta excesivo para su sola presencia.
Pero María era feliz. Su existencia era sencilla.
Cada vez que hacía frío, abría su ropero, tomaba rápidamente su campera, y sin perder tiempo y sin pensar en el color de sus ropas, se ponía su abrigo y salía.
Pero un día, María pensó, -¡Qué lindo sería tener una campera azul!
Este pensamiento fue creciendo, hasta convertirse en una meta a alcanzar.
Trabajó, ahorró, con la ilusión de poder adquirir la campera azul de sus sueños.
Pasó un invierno, dos, y por fin su sueño se hizo realidad.
Compró la campera azul, la de los broches a presión modernos, con capucha, de abrigo y para lluvia. La supercampera azul. Abrigada. Moderna.
La nueva adquisición, la llenaba de orgullo. Finalmente la había conseguido.
Así la campera azul, abrigada y moderna, ocupó un espacio en su placard, al lado de su ex única campera, la clásica y de color neutro.
Pero junto a su alegría, nuevas consecuencia aparecieron en su vida.
Hacía frío. Buscaba su campera. Encontraba dos, allí en las perchas. Un tanto apretadas. El espacio casi resultaba insuficiente para sus presencias.
Se paraba frente a ellas y debía optar por una. La clásica de color neutro, o la moderna azul, con broches.
Miraba su ropa. Los colores. ¿Cuál combinaba mejor? La indecisión le insumía tiempo. Su valioso tiempo se acortaba.
De repente su vida había cambiado.
Tenía campera nueva. La campera azul, moderna, aquella que había anhelado tanto tiempo. Aquella que le demandó esfuerzo, sacrificios, renunciaciones. Allí estaba, en su placard.
De repente anheló su vida vieja. La de la campera única. La de la campera clásica, de color neutro….
Dicotomía de la abundancia... La campera azul…
Myrtita

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