- ¿Qué comemos hoy?
La pregunta fue nuevamente formulada. Una fuerza feroz creció dentro de mí. Los músculos de mi cara se tensaron reflejando una mueca de hastío.
Lejos de ser estimulante esa pregunta desata una negativa reacción. Me eyecta de la cocina, atrinchera mi espíritu en un horizonte lejano.
-Mamá ¿me escuchas? ¿Qué vamos a comer hoy?
Viene a mi mente una imagen playera. La del caserito que sin importarle mi presencia cercana, alimenta con devoción ese pichón de morajú que le intrusaron en su nido. Vuela en busca de alimento y lo deposita con una paciencia extrema en el pico del pichón.
Sus viajes se suceden. El ida y vuelta, la comida en el pico y la boca abierta del pichón. No demuestra cansancio. Asume su rol y hasta parece que lo disfruta. Sus chillidos no le incomodan.
Pero ante la pregunta QCH no me siento caserito…. Mis alas no levantan vuelo. Mi imaginación sigue estacionada en aquella postal de vida y dvoción, no reacciona ante el estímulo local.
La pregunta de mi pichón me enchincha. Lo miro con cara de asombro, con cara de casi enemigos.
- ¿Qué querés comer?
Escapa de mi boca, sin licencia, ya que sé de antemano que su respuesta rayará en la utopía y su ilusión se desvanecerá al ver caer la hamburguesa en la bifera…
Mientras la carne en el fuego pierde su color rojizo, aprovecho para escabullirme en mi blog, y asentar mis pensamientos antes de que se esfumen.
¿Será que debo convencerme de que la campaña empezada en mi contra “Un comentario menos en el blog… un bife más para esta familia” tiene algo de razón?
Busco razones de mi incomodidad ante ese tenaz interrogante del QCH.
¿Por qué Dios ante la perfección de su creación determinó intervalos entre ingesta e ingesta tan cortos?
¿Por qué sumió a los humanos en la categoría superior de omnívoros, con ingestas elaboradas?
¿Por qué puso a disposición del hombre el fuego como elemento de cocción de sus presas?
¿Por qué la sociedad en su evolución les asignó a las mujeres la nobilísima función de saciar el hambre de sus seres queridos?
¿Por qué el arte culinario, tan arraigado en las mujeres de mi familia ancestral no fue una herencia dominante en mí?
¿Por qué mi familia no se sacia o estimula hasta el hacer, leyendo el Libro de Lola o el de Petrona C. de Gandulfo y sus recetas magistrales, que descansan en un lugar de privilegiado de mi cocina?
¿Por qué el ánimo de las madres cocineras decae y su imaginación desaparece al activarse el abominable QCH?
Probablemente por las respuestas de este tipo que desmoralizan hasta la más abnegada progenitora:
- ¡Otra vez sopa!
- ¿Para cuando el lomo con ananá?
- ¡Guiso!
- ¡Tartas de nuevo!
- Y la torta ¿para cuando?
- El arroz está pasado… la salsa está picante… ¿no le falta azúcar?
¡BASTA! ¡REVOLUCION YA!
Nuestro espíritu decae… necesitamos estímulos
- ¡Qué rica salió la hamburguesa!
- ¡Qué sabrosa está la salsita!
- ¡Qué buen plato! ¿Hay más?
Me parece que mi delirio se escapó. Estoy volando… no escucho respuestas…
Me dirán que todo tiene solución en la vida. Que existen las rotiserías, que hoy en día existe la cocina a distancia. Sí conozco el rubro y me sirvo de sus beneficios cocinando desde el auto a 20 km. de mi hogar.
- Por favor, dos porciones abundantes de ñoquis con salsa bolognesa para las 12:40 hs. ¡Gracias!
- Un pollo con fritas y seis empanadas de carne dulce…
- Dos pizzas, una especial y una calabresa….
Las queridas y tan arraigadas PPP de los modernos hogares argentinos. PPP: pastas, pollos y pizas.
Pero su frecuencia también genera reacciones al evacuar con ellas el QCH.
¿Otra vez…P?
¿Otra vez…P?
¿Otra vez…P?
Nada los sacia… .
¿Y el día en que por extraña inspiración una decide invertir horas de existencia en la elaboración de un manjar?
Estadísticas verificadas derivan en beneplácitos 5%, caras de asco 35%, yo estoy lleno 20%, revoltijo en el plato 20%, prefiero la hamburguesa 10%, NSNC y engulle sin opinión 10%.
Siguiendo con este análisis, caigo en la cuenta de que no hay cosa peor en la vida del ama de casa que oír el QCH en horario vespertino, y recepcionar halagos como estos.
- ¡Otra vez lo mismo que al mediodía!
- ¡Comida repetida!
- ¿Cuándo se terminan las sobras?
Uy!!! A esa hora desearía haber nacido cortesana. Desearía estar y oír
una voz gentil que diga:
- Myrtita, la cena está servida…. O bien asumiendo que en los albores del siglo XXI las cortesanas están distantes de mi realidad, me gustaría ser objeto de un milagro reflejado en una escueta frase pronunciada con dulzura:
- Mamá, hoy cocinamos nosotros…
Un grito desgarrador me saca de mi ensueño, proviene de mi espalda. Ahicito nomás…
-¡Mamá! ¡Que humo! ¿No sentís, no lo ves?...Se quemaron los huevos duros!!!
PD: cualquier parecido con la realidad.... es mera coincidencia....!!!! ja ja ja
Myrtita