martes, 25 de agosto de 2009

Un QQQ dedicado

Era una Paraná distinta aquella que acuñó tus sueños de infancia. La Paraná del río, de las siestas tranquilas, de la avenida Rivadavia de lapachos con un dejo europeo y luminoso.

Era una Paraná distinta la que le dio letra

a tu vida, la que le dio magia a tus anécdotas, que rejuvenecen tu espíritu al perderse tu mirada en el recuerdo.

Era una Paraná distinta la que te vio crecer de la mano de los muchachos del barrio que se convocaban alrededor de la plaza.

Era una Paraná distinta la de las escapadas, la de los remos al hombro, la de la bajada en picada para disfrutar de las tardes de río.

Era una Paraná distinta la que te vio partir en busca de un título a la gran ciudad.

Era una Paraná moderna la que me vio nacer y dar mis primeros pasos en la misma casa, tras las mismas paredes, casi treinta años después.

Era la misma plaza con rostros nuevos la que me convocaba en las tardes soleadas con la bicicleta y los patines.

Era el mismo río el que marcó mi identidad.

Fue una herencia de familia el que nos conociéramos.

Fue en los tiempos de mi cuna, porque se desdibuja el momento.

Fue aquella Paraná distinta y aquella Paraná moderna, la que nos dio elementos y razones para una amistad profunda, que jugó con el paso del tiempo, sin amedrentar su intensidad.

Una amistad de encuentros breves y esporádicos, unidos por la magia de las letras, de la palabra escrita, de las cartas, de una correspondencia fluida que nació con mis primeros trazos y se mantuvo en el tiempo.

Cartas que despidieron al buzón y al cartero, y se reemplazaron por mails de los tiempos modernos.

¿Te acordás cuando dábamos vueltas a la mesa, tomados del brazo, y caminabas en cuclillas para estar a mi altura?

¿Te acordás de las siestas de verano cuando el escarabajo verde arribaba a calle Córdoba en tus vueltas al Paraná de antaño?

¿Te acordás de esas visitas de adolescente en compañía de la Abuela Elisa en la capital?

Y mis recuerdos dan un salto, y quedan anclados en mi reducto capitalino, en un nuevo espacio, en la complicidad tuya y de Gladys, para estas escapadas que recargan mis pilas.

En ese fin de semana de noviembre, para el reencuentro acordado con los muchachos del Colegio de aquella Paraná distinta, que te asombra con sus cambios y te ancla en tus recuerdos.

Años, años han pasado.

Hoy me doy un gusto y en este QQQ dedicado los escribo así, rapidito, como destellos tras las huellas que recorren el camino de esta larga y profunda amistad.

Los escribo para que desde esta Paraná moderna, me sigas leyendo y a la distancia, pero así de cerca, te pueda decir
FELIZ CUMPLE querido AMIGO!

Myrtita

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