jueves, 27 de marzo de 2008

Mi fresno macho...

Alguien dijo por ahí que la realización humana se da con tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol…
El año 1994, fue un año de realizaciones personales. Ese año nos convertimos en propietarios.
El sueño de la casa propia se hacía realidad, y con este logro empezó a sonar aquel dicho en mis pensamientos, repasando qué cosas pendientes tenía en la vida.
¿Hijos?...Ya tenía tres…
¿Libro?… Llegó en un momento, sin darme cuenta. Algo que al menos páginas tiene, letras también, que encierran un mensaje, mi nombre y hasta ese extraño número llamado ISBN…
Pero y ¿el árbol?...
He aquí lo que para ese entonces aparecía como una asignatura pendiente para la plena realización.
Un árbol, era lo que necesitaba. Un frondoso árbol que diera reparo a mi casa en las jornadas de verano.
Conociendo el proyecto de arbolado urbano de la ciudad, emanado de la alta casa de estudios en la que me convertí en profesional de la agronomía, allá lejos y hace tiempo, no podía negarlo, así que decidí averiguar, cuáles eran las especies asignadas a la cuadra de mi domicilio.
Fresnos o jacarandaes indicaba.
Habiendo vivido debajo de la lluvia azul de ésta última especie, más allá de la belleza de sus flores, decidí que mi árbol sería un fresno.
Un fresno diclino dioico, según versaban las claves dicotómicas de la agronomía….
Diclino, sexos en diferentes flores… Dioico sexos en pies diferentes. En criollo fresnos machos y fresnos hembras…
Yo quería un macho…
Un fresno macho frondoso, bien verde y robusto y elegante como el fresno del vecino de enfrente.
Me negaba a la posibilidad de un fresno hembra, como el de mi vecina de al lado, con hojas débiles, siempre cloróticas, con ramas desgarbadas, cargadas de semillas y frutos, que le quitaban las fuerzas, la belleza, el pleno desarrollo de su magnitud y esplendor.
Mi fresno sería macho, como el del vecino de enfrente.
Así, con esa fuerte convicción comencé mi búsqueda. Una búsqueda intuitiva, en la que aposté a mi desarrollado sexto sentido.
No fue sencilla la elección del ejemplar. Pero allí estaba. Un buen fuste, erguido, con cuatro ramas, bien simétricas. Era el porte justo para un excelente fresno macho.
Un buen pozo, un tutor, riego y cuidados primorosos le dieron el primer empujón para su desarrollo.
Con orgullo lo vimos crecer, dar sus primeras sombras de verano. Voltear sus hojas ocres, tapizando el suelo en el otoño. El resurgir de la vida en las primaveras con su eclosión precoz de la foliación.
Mi fresno macho. Erguido, frondoso, verde como el del vecino de enfrente.
¡Mi intuición en la elección!... ¡¡No, si las mujeres tenemos un sexto sentido!!…
Sexto sentido… sexto… hasta ayer…Ayer, momento en que levanté mi mirada con la llegada del otoño.
Buscaba el amarillo de las primeras hojas. Buscaba el color del otoño.
Y de pronto allí estaban… los primeros frutos…las primeras semillas…¡¡¡¿¿¿???!!!
Sí, mi fresno diclino dioico, mi fresno macho… mi intuición… y sus frutos… y sus semillas… igualitos al fresno hembra de mi vecina de al lado, el de las ramas achaparradas, el de las hojas cloróticas, el de semillas, el de los frutos...
…Mi ex fresno macho… Mi fresno hembra…
Mi intuición…


Myrtita

domingo, 23 de marzo de 2008

Pascua de resurrección

Mi vida siempre ha estado signada por actividades o gustos poco entendibles por el común de los humanos.

En este rubro, casi podría asegurar que se encuadra la actividad campamentil, con mis hijos y sus amigos.

La primera vez, podría haber resultado comprensible, a no ser por el hecho de que los más de veinticinco convocados a un día de campamento en el campo tenían entre tres y cinco años..

No debe haber resultado traumática la experiencia, porque marcó el comienzo de una larga lista de viajes..

Desde tercero a sexto grado de Agustín, los amigos de Pilar, y el grupo de nadadores amigos de María Laura…

La organización de este tipo de eventos se ha ido puliendo, perfeccionando, hasta llegar a este encuentro de resurrección.

-¿Vamos o no vamos? No queda tiempo para esperar… Mañana es el día… Hay que juntar la plata….. Hacer las compras… Dale mamá!!!

Con esa vehemencia, ¿quien puede resistirse?

Aún poco convencida de invertir mi Pascua en esta nueva empresa, mi NO débil me traicionó…

-Mañana a las diez, en casa, organizamos las compras!...

Con una puntualidad más que británica, llegaron a casa, con la mayor predisposición.

Papel, lápiz, y en una mesa redonda planificamos los casi tres días de estadía.

Tres meriendas, dos desayunos, dos cenas, dos almuerzos, quince personas…. Leche, chocolate, azúcar, galletitas, facturas, asado, chorizos, hamburguesas, verduras, frutas, jugos, sal, tallarines, salsa. pan, pasajes de colectivo…

Presupuesto estimativo… Recaudación total… Balance….

Y surgió la primera diferencia con respecto a mis campamentos previos...

- La lista ya está. ¿Entendieron? ¿Van solos a comprar?

-¡SI!

Así delegué, formal y concretamente, la primera etapa de la aventura, las compras, y de manera enmascarada, con el menú propuesto, transfería mi rol de cocinera oficial, a manos de expertos asadores.

Para Mytita, sólo la coordinación general y un almuerzo.

Bolsos, carpas, comida, heladeras, y más bolsas quebraron la paz y la rutina del “Ciudad de Crespo” y su chofer, caracterizada por una concurrencia normalmente escasa.

La demanda del colectivero por querer conocer con certeza la ubicación de nuestro destino, fue la primera sorpresa, que se develó por la presencia de un corte de ruralistas que obligaba a un cambio de ruta, sin afectar, gracias a Dios nuestro fin.

Así arribamos al pueblo. De ahí sólo quedaba cruzar el potrero, y vivir el desafío que sintetizo en pocas palabras…después de mi regreso


Sábado 22 de marzo de 2008

Recién LLEGO!!!!...

Sobreviví!!!! al Gran campamento en Los Ranchos con los amigos de María Laura....

15 niñitos/as..8 y 7....

Edades??? De 14 a 17 añitos!!!...

Desde cuando??? Desde el jueves Santo!!!..

Hasta cuando??? Hasta las 18 hs de este sábado víspera de la Pascua de resurrección.... de Cristo y MIA!!!!

Ja ja Re lindo!!!!

El tiempo??? Jueves hermoso... Viernes de morir de calor.. 35 ° apaleados en la pileta!!!!... Sábado... LLUVIA intensa desde las seis de la mañana... hasta las 10 hs...Creo...

Consecuencias??? Casi ninguna.... 3 carpas inundadas... colchones de mi tapera mojados.... ya que los habian sacado para colocarlos en las carpas y hacerlas mas mullidas.....idem con todos los almohadones que encontraron...y las bolsas de dormir.....Barro por doquier....

Pero no le hace eso.... Algún día saldrá el sol y se secarán.... Lo que no se secará es la maravillosa vivencia!!!!

Actividades... futbol, rugby, croquet, pileta, caminatas... charlas.

Algunos detalles:

Los tallarines con tuco para los quince que preparé el viernes.... Limpiaron la olla haciéndole honores... Parecía un regimiento!!!

El asado previsto para el almuerzo del sábado que la lluvia NO frustró... Espectacular!!! Bravo por Jordán!!!

Me leo relajada.... exhausta quizas... Pero feliz...

Ahora a secar la carpa, lavar la ropa, ordenar cacharpas y volver el hogar hogar.... casi nada...

y a prepararnos para la versión 2009.

Fotitos del Campamento en Los Ranchos 2008

Myrtita

viernes, 14 de marzo de 2008

El ratón Pérez

Una pregunta descolgada de Lucía, mientras engullía una porción de pizza desató esta entrada…
- Myrtita, ¿Qué vas a hacer cuando se te caigan los dientes?
Un frío recorrió mi columna vertebral, y me hizo estremecer pensando en el futuro probablemente inevitable….
- ¡A vos se te van a caer antes!
Le respondí tratando de salir airosa de la situación, y dándole un revés elegante a la cara de pánico que se había instalado en mi rostro.
La sonrisa se dibujó en su carita y aproveché la ocasión para contarle esta historia…
El tiempo de los dientes flojos había llegado para Agustín. La imagen del Ratón Pérez comenzó a rondar en su mente, y me atrevo a afirmar, casi con certeza que su perfil empresarial empezó a formarse por esa época.
Ratón Pérez era sinónimo de trueque, o mejor dicho de negocio. Un diente, un peso, una moneda, o hasta un billete, según se cotizaran sus acciones.
La historia del ratoncito tierno y cauteloso, que vendría hasta su cama para tomar su dientecito y dejar en su lugar una moneda, lo atraía cada vez más.
No pensaba en la incomodidad de esa pieza diminuta, bailando en su boca, y resistiéndose a cumplir con su rol de triturador de alimentos. Su mente estaba en el momento de la inversión.
Los días no pasaban nunca, y el diente parecía no querer separarse de él, a pesar de la gimnasia cotidiana a la que era sometido con el fin de acelerar los trámites.
Cierta tarde, mientras degustaba una barrita de cereal, se produjo el tan ansiado momento, aunque no todo en la vida resulta como lo habíamos planeado.
Concentrado en su programa televisivo, saboreaba su barrita, cuando de repente
-Ma maaaaaaaaaaaaá!!!.................. Me tragué el diente!!!!
Y un llanto desconsolado se desató….
No era la pérdida. No era preocupación por el objeto extraño en el interior de su físico. No era temor por la salida del objeto triturador….
Era su primer negocio frustrado… No diente, no peso….
No había consuelo.
Se desató una profunda inquietud en su ser sobre cuestiones biológicas….
¿Es posible recuperar un objeto ingerido?... ¿En que condiciones se rescata?...¿Y si uso de nuevo la pelela?...
Ante tanta ansiedad, decidí tomar el toro por las astas.
- Mira Agustín, lo que vamos a hacer es escribirle una carta a Ratón Pérez, y le vamos a explicar lo que pasó. Le vamos a dejar la carta debajo de la almohada y que él ratón decida….
- ¡Pero yo no se escribir!
Y así fue que en una gran hoja blanca, con puntitos en lápiz, marqué en una carta las palabras que me dictaba, y que con esmero repasó, letra por letra, para explicar la grave situación.
La decoró. Le agregó imágenes, colores con la ilusión de seducir al ratón. Con dedicación la plegó y la colocó debajo de su almohada, olvidando en parte la pena por la pérdida del diente, y reemplazando este sentimiento por una nueva ilusión….
Y el ratón, enternecido, le respondió, cubriendo así sus expectativas, afianzando su vocación para los negocios y demostrándole que la vida…. Siempre nos da otra oportunidad.
¡Feliz cumple Agustín!
Myrtita

viernes, 7 de marzo de 2008

Juego de poder

¿Nunca sintieron la intimidación que provoca la línea blanca de Gasalla?...
¿Nunca se sintieron en franca desventaja frente a la abrumadora presencia del que detenta la última palabra del otro lado del mostrador?…
Hagan memoria…. ¿ No?¡ Quizas sí la primera vez!…. Quizás ya no la recuerdan….
Y ¿si refrescamos la memoria?...
La cola comenzó a crecer. Faltaban 10 minutos para que abriera.
No sabía a ciencia cierta para qué era, pero la cercanía al acceso principal, me parecía indicar que yo debía ser parte de ella. Aunque sea probablemente esa cultura de colas, innata de nuestro ser nacional, la que me llevó a formar parte de ella.
- Son puntuales.
Fue la respuesta a ese diálogo obligado que genera la proximidad en la espera.
Mi impaciencia detenía el reloj de la Municipalidad, que jugaba a ocultarse tras las ramas de los árboles de la plaza, más allá de que sus agujas aparecían lejanas y borrosa ante mí.
Diálogos familiares, laborales, el tiempo, recreaban el sonido de este entorno del que no podía escapar.Diálogos que no despertaban en mí, el más mínimo mi interés….
Las ocho campanadas, ponían a prueba las palabras de mi predecesor.
Imaginaba que las puertas se abrirían, casi mágicamente al terminar el eco del último tañido.
Pero "Ingenuidad" fue mi pensamiento. Myrtita ingenua. Nada ocurrió tras el silencio.
Pasado ese hito fijado para un evento, la espera ya desespera.
Minutos más y finalmente, con pasos remolones, la cola empezó a caminar.
Una nueva carrera se desató dentro del edificio. Todos corrían… yo también. ¿Por qué? No se.
Parecía la práctica más aconsejable. Y corrí. Hacia el fondo corrí.
Me detuve, y de pronto me vi inmersa en una nueva cola. ¿Para qué? No sé. Pero parecía lo más conveniente. Ocupar una de las primeras posiciones para algo.
Las ventanillas se fueron abriendo de manera sucesiva. No de una, no en simultáneo. Cada uno tiene su ritmo.
Se establece aquí un juego de poder. Detrás de la línea, el pueblo. En el mostrador, los que saben, al menos los que tienen la última palabra, que no siempre coincide con la que debe ser, ni tampoco con la que deseamos oír.
Y yo en la cola. En la cola para algo, que quizás fuera para lo que necesitaba. ¿Preguntar? Nunca. La cola es lo correcto. Si todos la hacen…
Ligeros movimientos, a modo de gimnasia desentumecedora, en mi lugar, denotaban mi impaciencia.
No avanza.
- ¡El que sigue!
Y un paso más al frente.
El frío del aire acondicionado me golpea. Prefiero no avanzar. Me da frío.
Pero nuevamente el juego del poder.
Las miradas de las miles de personas que se ordenaron a mis espaldas, me pesan. Me perforan la nuca y sus pensamientos achatan mi aura.
Contra mi voluntad doy el paso hacia esa glacial posición. Ignoro mi piel de gallina, esperando ansiosa un nuevo llamado que me ubique en una posición más privilegiada.
-¡Uno más, por acá!
Estoy salvada. Ya zafo del frío y la salida de este laberíntico paseo está más cerca.
Estoy ahí. A punto de cruzar la línea blanca.
- ¡El que sigue!
¡Soy yo. Me toca!
Avanzo intentando un paso firme, que nada tiene que ver con mi estado de ánimo. Los trámites me intimidan.
Me acerco a la ventanilla.
Deslizo poniendo en manos del que sabe, mis notas perfectamente repasadas para la ocasión, en un pequeño papelito, por debajo de la ventanilla.
El personal capacitado lo mira, con esos ojos severos del poder que le confiere estar del otro lado del vidrio.
Mi corazón palpita esperando su respuesta. Mi mirada de ansiedad, intenta seguir sus ojos y leer su mente.
Siento la presión de la cola que creció a mis espaldas. Intento no volver la vista atrás. Espero una respuesta casi silenciosa, que acepte mi petición, o que no deje en evidencia mi falta de sapiencia en el tema.
- ¡Acá NO! ¡Primera ventanilla a la izquierda! Fue la contundente respuesta emanada con un vozarrón que se oyó hasta la puerta.
- ¡Gracias! Fue mi tímida respuesta.
Siento el placer por la celeridad de mi trámite en el pensamiento de mis seguidores en la cola. Sonrisas perversas. No miro atrás, más las intuyo.
Levanto la vista, giro la cabeza y la veo. Allá estaba. Sola, sin colas con un cartelito manualmente confeccionado, con trazos no perfectos, que escondido a mis ojos señalaba: Transferencias aquí…
Me acerco, como la sumisa mascota que ya recibió un reto y una voz casi melodiosa me recibe.
- ¿En que la puedo servir?
Levanta mi espíritu. Me anima. Reduce el juego del poder que intimida. Me invita al diálogo. Termino mi trámite. Pude. Mi primera vez.
Levanto mi cabeza, giro y ensayo de nuevo mi paso firme para desandar el camino. Esta vez suena real, ya no me pesan las miradas. La experiencia ya es mía, y me retiro, con la satisfacción del deber cumplido…
Myrtita

domingo, 2 de marzo de 2008

Tiempo de campanas

Llegó el día de quitar la arena del bolso, preparar la cabeza y cambiar la novela por ciencia.
Mis vacaciones expiran. Prolongadas, a la vista de algunos, siempre escasas a la mirada de otros….
La pileta que soñé ya no tiene agua, y me veo sentada en el borde sin querer salir… ¿Por qué? ¿Siempre fue así?
Decido viajar hacia atrás en busca de emociones perdidas…
El cantito del ufa las clases viene, y lo escucho, desde los chicos de hoy, desde los chicos de ayer, pero mi semblante se ablanda… Es sólo una muletilla que oculta un ufa a las clases y un pero ya está bien, porque ese ya está bien significa un volver a empezar…
Me voy lejos… a la calle Rivadavia, a mi escuela Del Centenario…
El volver a empezar significaba el paso inevitable por la librería para renovar nuestros portafolios y comenzar el año con todo nuevito incluidas ilusiones, espectativas, deseos …
La cartuchera nueva, si era tipo “librito” con cierre y divisiones mejor…
Los lápices de colores Faber. Los Staedler de colores eran lo más, pero llegaban por ocasiones como por ejemplo un súper regalo de cumpleaños… A marcarlos con el nombre protegido por una cinta Scotch, o mejor si el abuelo le sacaba con un cuchillo afilado un trocito de madera del lado opuesto a la mina, para marcar a fondo nuestra pertenencia escribiendo allí el nombre con birome…
¿Y la goma? A partir de tercero se imponía la roja y azul, ya que gracias a nuestro trazo más firme nos habilitaban al uso de biromes, BIC de trazo fino, azul, la negra se deterioraba más fácil. …
La regla, pero no sola, mejor si era un set… con escuadras y transportador, aunque todavía no lo usáramos más que para dibujar un arco iris.
El compás, al que le recambiábamos la mina con un trasplante de órganos, mutilando nuestro lápiz negro Faber N° 2. Sí, N° 2 y no otro… ya que daba para todo…para castellano, no lengua cómo hoy, matemática y hasta para dibujo….
Las fibras. Sylvapen chiquitas, en cajita de seis colores… ¡Qué modernas! Ni que hablar cuando aparecieron las cajas de dos pisos con doce variantes de colores…
Los cuadernos gordos Rivadavia, con hojas gruesas que resistían los avatares de la punta pinchuda del lápiz, sin que les quedaran huellas que comprometieran la prolijidad de la tarea… La primera hoja y las etiquetas, con trazos lindos, de adultos, de mamá...
Las hojas canson blancas, nada de colores, nada de tamaños grandes….
El mercado escolar era bastante estándar, pero nos alcanzaba… el portafolio se reciclaba y “tiraba” para varios años…
El short y la remera blancos para educación física, las zapatillas “flecha”, iguales a las que aparecieron ahora de onda, en los negocios más cancheros para las chicas, eran la máxima aspiración. Las Pampero quedaban obsoletas, y las Adidas eran casi inalcanzables. Una zapatillas de cuero blancas con tres tiras de colores… azules o rojas, color por demás transgresor…
Un “rompevientos”, y en el mejor de los casos un “equipo de Gimnasia” onda jersey…
El delantal blanco, con moño…. El cinto con botones era para las más grandes… dos bolsillos, el del papel higiénico y el del pañuelo, en el que se colaba una moneda para la merienda, gracias a la generosidad de los abuelos en la visita del fin de semana.
Y la insignia de la escuela, cosida por mamá con dedicación, que sellaba nuestra identidad y nos ponía la camiseta interior para toda la vida.
Me parece verlo listo, colgado en una percha en la puerta de mi dormitorio, esperando el gran lunes… esperando que la campana de la escuela nos convoque.
Me acerco en el tiempo, paso por mi Escuela Normal, ya más grande, con una simple cartuchera, una carpeta negra, con su color oculto detrás de imágenes recortadas de las revistas de moda, protegidas por el plástico grueso tipo cristal… galanes, propagandas, letras….
Mucha imaginación en su preparación. Una buena portada marcaba nuestra entrada incipiente en esa maravillosa adolescencia…
Nada de mochilas, aunque el desparramo de libros fuera más que notorio, y no nos alcanzaran los brazos para retenerlos…
Nada de campanas, solo un timbre chillón, al que nuestros oídos rebeldes se resistían a responder cuando marcaba el fin del recreo, el fin del momento de amigos, el fin del encuentro en los baños para los fumadores, el volver a la clase…
Me veo mamá, reestrenando ilusiones a través del paso de mis hijos por la misma escuela…. Recorriendo librerías, cargando mochilas, cosiéndoles insignias… induciéndolos a sentir… a querer… a vivir plenamente esas épocas del ufa las clases
Y sonrío, porque crecieron y salieron de esas aulas. Porque ahora ya son grandes, añoran el ufa las clases y sin tapujos, con sus palabras, sacan sus más profundas camisetas de los años de escuela, del tiempo de amigos sinceros….
Y sonrío porque creo que aprendieron….¿Ciencias???...Quizás…. Pero ¿valores? ¡Seguro!!!
Y mañana cuando atraviese la puerta del aula y me reciban con el ufa las clases me limitaré a sonreir… porque ya aprendí… porque ya viví… porque comprendí que con ese ufa las clases, sólo estarán pidiendo ayuda para abrir sus portafolios para seguir creciendo…

Myrtita